Traducido por el equipo de SOTT.net

El sentido común y la ciencia se imponen poco a poco.
child lgbt
La semana pasada, el Consejo Noruego de Investigación Sanitaria anunció que revisaría sus directrices actuales sobre la llamada "atención de afirmación de género" para menores porque ya no las considera basadas en pruebas. La Junta también reconoció que el creciente número de adolescentes que se identifican como varones después de la pubertad sigue sin estar suficientemente estudiado.

Según las directrices actualizadas propuestas, el uso de bloqueadores de la pubertad, hormonas transgénero y cirugía relacionada con la transición se restringiría a contextos de investigación y dejaría de proporcionarse en entornos clínicos. Noruega se une a Finlandia, Suecia y el Reino Unido en la introducción de mayores salvaguardias para los niños. En Estados Unidos, ocho estados han prohibido hasta ahora la atención afirmativa a menores de 18 años, siendo Tennessee el último en aprobar una legislación de este tipo.

Es bueno que cada vez más organizaciones profesionales reconozcan el carácter experimental de este enfoque en los niños. Hay estudios que demuestran que la mayoría de los niños con disforia de género llegan a sentirse cómodos con su cuerpo en la pubertad y que los que desean hacer la transición repentinamente después de la pubertad pueden estar experimentando un contagio social. Estos estudios han sido desestimados porque no encajan en la narrativa activista preferida.

Sin embargo, ese relato seguirá desmoronándose. Un artículo publicado recientemente en la revista académica Archives of Sexual Behavior analiza cómo el efecto placebo no se ha tenido debidamente en cuenta a la hora de interpretar los nuevos hallazgos que apoyan la transición en los niños. Aunque el término "efecto placebo" suele referirse a la respuesta de un paciente a una intervención que resulta ineficaz, también puede describir los efectos psicológicos y físicos beneficiosos asociados a someterse a un tratamiento, en contraposición al tratamiento en sí.

Por ejemplo, participar en un estudio suele suponer una atención especial para un paciente y la expectativa de que su condición (digamos, la disforia de género) mejore. Aunque esto puede ser positivo en un entorno terapéutico, no es algo que los investigadores quieran que confunda los resultados del estudio, porque el propósito de la investigación es determinar objetivamente si un tratamiento funciona o no. Esto es especialmente importante cuando se evalúan intervenciones que pueden tener implicaciones para la fertilidad, el futuro funcionamiento sexual y la salud a largo plazo de un joven.

Aunque pueda parecer un pequeño paso adelante, me quedo con la victoria, tanto por la decisión de Noruega de cambiar de rumbo como por el hecho de que se haya publicado con éxito un artículo académico que ahonda aún más en la ideología de género.
Dra. Debra Soh es neurocientífica sexual, presentadora de The Dr. Debra Soh Podcast y autora de El fin del género: Desmontando los mitos sobre el sexo y la identidad en nuestra sociedad.