Un estudio internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que la cola del asteroide Scheila, avistado en diciembre de 2010, tuvo su origen en una colisión con un objeto menor.

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Según han explicado los expertos, durante apenas tres semanas Scheila mostró rasgos propios de un cometa, con un aumento repentino del brillo y el despliegue de una cola de polvo.

Ahora, los resultados de la investigación, publicados en la revista The Astrophysical Journal, indican que la franja situada entre las órbitas de Marte y Júpiter, conocida como cinturón principal de asteroides, podría ser más activa de lo que se pensaba. Los asteroides del cinturón principal, donde se halla Scheila, giran en torno al Sol en órbitas casi circulares, de modo que no sufren los cambios de temperatura que, en el caso de los cometas, producen las características colas.

El investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía del CSIC, Fernando Moreno ha señalado que "se barajaban varias explicaciones para este inusual fenómeno, pero dada la brusca disminución de brillo en pocos días se acota a dos". "Podía deberse a una colisión con otro objeto o a un proceso similar al que se registra en los cometas frecuentemente, y que consiste en la liberación repentina de gas y polvo por algún mecanismo desconocido hasta ahora, que produce a su vez un aumento del brillo", ha apuntado.

Sin embargo, Moreno ha apuntado que las conclusiones del trabajo descartan la segunda opción. Así, ha explicado que gracias a un complejo y preciso modelo numérico los investigadores de este estudio hallaron que la velocidad a la que fueron expulsadas las partículas que formaron la cola de Scheila solo podía explicarse con una colisión, y calcularon que dicha colisión se produjo en torno al 27 de noviembre.

Además, estiman que el impacto expulsó unos veinte millones de toneladas de material y que el objeto que chocó contra Scheila medía entre 60 y 180 metros de diámetro.

Los resultados de esta investigación convierten a Scheila en un objeto peculiar por varias razones. "En primer lugar, se trata del séptimo objeto de lo que se conoce como cometas del cinturón principal, denominación que reciben los asteroides de esta región que muestran características propias de cometas", ha explicado Moreno, quien ha destacado, además, que el cometa constituye "un ejemplo de colisión entre asteroides, algo muy poco común".

A pesar de lo concurrida que se halla la franja en torno a Marte y Júpiter que ocupan y a la abundancia de choques que se produjeron en el pasado remoto del Sistema Solar, hoy día la mayor parte de los asteroides del cinturón principal se sitúan en órbitas bastante estables, y las colisiones, incluso sobre objetos grandes como Scheila, que mide unos 110 kilómetros de diámetro, son poco frecuentes.

Esta investigación, junto con los hallazgos cada vez más frecuentes de algún tipo de actividad en asteroides (el año pasado se registraron otros dos objetos con aumento súbito de brillo), parece apuntar a que esta región del Sistema Solar es más activa de lo que se creía.