La comunidad astrónoma está expectante. Este viernes pueden caer a la Tierra fragmentos de un satélite de la NASA del tamaño de un gran vehículo. El satélite estadounidense UARS se dirige a la Tierra sin control y sin rumbo fijo. El artefacto pesa seis toneladas y es tan grande como un autobús.

Según los cálculos científicos, el margen del lugar de impacto podría ser tan amplio como la distancia entre los estados de Florida y Nueva York o entre la India e Irán. Y es que predecir con exactitud dónde y cuándo caerá este satélite en desuso es casi imposible.


Yevgueni Lísov, un experto en temas espaciales, explica que se podrá saber dónde caerá el satélite solo unas horas antes del impacto, después de que abandone su órbita. De momento, los especialistas rusos han sido los únicos en atreverse a aventurar el sitio del choque con mayor precisión. Según el Ministerio de Defensa, el UARS caerá el viernes en el mar del Coral, cerca de Papúa Nueva Guinea.

La NASA por ahora pronostica que el UARS alcanzará la Tierra entre este jueves y el sábado. Es más, la zona de impacto que ha indicado la agencia estadounidense abarca casi todo el planeta. Solo la Antártida quedaría fuera del punto de mira.

De todas maneras, los estudios indican que no hay motivos para alarmarse, ya que las probabilidades de que el satélite caiga en zonas pobladas son muy bajas. Los residuos espaciales nunca han herido a nadie ni han causado daños materiales significativos.

El cosmonauta ruso Maxim Suláev opina que teniendo en cuenta el tamaño de la Tierra, que la mayor parte del planeta está cubierto por agua y que además gran parte esta deshabitado, la probabilidad de que este satélite suponga un peligro para la humanidad o provoque grandes daños en una ciudad es prácticamente cero.

No todos los expertos son tan optimistas: el presidente de la Academia de Problemas Geopolíticos, Leonid Ivashov, opina que la caída del satélite puede tener consecuencias graves. El tamaño del satélite es bastante grande y se necesita mucha energía para mantener su funcionamiento, energía que se obtiene del plutonio radioactivo. Las partes metálicas del satélite se quemarán en la atmósfera, pero el plutonio alcanzará la Tierra y podrá causar cáncer y, como consecuencia, ser mortal para los seres humanos.

El UARS, que comenzó su misión hace 20 años, fue diseñado para medir los cambios atmosféricos y los efectos de la polución. Ahora, seis años después de que emprendiera su viaje de vuelta a la Tierra, se espera que se desintegre en más de cien pedazos al entrar en la atmósfera. Y aunque la mayoría arderán, se calcula que cerca de media tonelada de piezas caerán en algún punto, todavía desconocido, de nuestro planeta.