Traducido por el equipo de SOTT.net

Una nueva investigación destinada a identificar alimentos que contienen niveles más elevados de PFAS [sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, por sus siglas en inglés] descubrió que las personas que comen más arroz blanco, café, huevos y marisco suelen presentar más cantidad de estas sustancias químicas tóxicas en el plasma y la leche materna.
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© Luong Thai Linh/EPA
El estudio analizó muestras de 3.000 madres embarazadas y es una de las primeras investigaciones que sugieren que el café y el arroz blanco pueden estar contaminados en mayor proporción que otros alimentos. También identificó una asociación entre el consumo de carne roja y los niveles de PFAS, uno de los compuestos PFAS más comunes y peligrosos.

Los autores afirman que los resultados ponen de manifiesto la ubicuidad de estas sustancias químicas y las múltiples formas en que pueden acabar en el suministro de alimentos.

"Los resultados apuntan sin duda a la necesidad de una gestión medioambiental y de mantener las PFAS fuera del medio ambiente y de la cadena alimentaria", afirma Megan Romano, investigadora de Dartmouth y autora principal. "Ahora nos encontramos en una situación en la que están por todas partes y van a seguir ahí aunque hagamos una corrección agresiva".

Las PFAS son un tipo de unos 16.000 compuestos utilizados para fabricar productos resistentes al agua, las manchas y el calor. Se denominan "sustancias químicas eternas" porque no se descomponen de forma natural y se ha descubierto que se acumulan en los seres humanos. Estas sustancias químicas están relacionadas con el cáncer, los defectos de nacimiento, las enfermedades hepáticas y tiroideas, la disminución del número de espermatozoides y otros graves problemas de salud.

Aunque los reguladores se han centrado en frenar la contaminación del agua, se cree que los alimentos son la vía de exposición más común. Sin embargo, la Administración de Alimentos y Medicamentos ha suscitado críticas por lo que algunos consideran un fracaso a la hora de proteger el suministro nacional de alimentos. Entre otras controversias, alteró sus métodos de análisis para que pareciera que los alimentos que analizaba no contenían PFAS, cuando en realidad sí contenían lo que muchos defensores consideran niveles preocupantes.

Las PFAS pueden acabar contaminando los alimentos por varias vías. En el caso del arroz, los investigadores sospechan que proceden de suelos o aguas agrícolas contaminados. Los utensilios de cocina antiadherentes también suelen contener estas sustancias químicas, o pueden estar presentes en el agua para cocinar.

Los investigadores hallaron niveles más elevados de PFAS en los huevos de gallinas de corral, lo que, según Romano, podría atribuirse a que estas aves se alimentan más a menudo con restos de comida. Los sedimentos de depuradora contaminados con PFAS, que se utilizan como alternativa barata a los fertilizantes, también pueden contaminar el suelo del que se alimentan las gallinas, y se ha descubierto que contaminan la carne de vacuno. Las sustancias químicas también podrían estar en el pienso de las aves.

En el caso del café, los investigadores sospechan que podrían estar contaminados los granos, el agua utilizada para la infusión o la tierra. Investigaciones anteriores también han descubierto que los filtros de café están tratados con PFAS, y los vasos de papel u otros envases de alimentos también suelen contener estas sustancias químicas.

El marisco, por su parte, suele estar contaminado con PFAS porque la contaminación del agua está muy extendida.

Los defensores de la salud pública afirman que la prohibición de estas sustancias químicas, salvo para usos esenciales, es la única forma de empezar a abordar el problema de forma generalizada. Romano señaló que la investigación reveló que las dietas ricas en fruta, cereales integrales y fibra dietética estaban asociadas a niveles más bajos de algunas PFAS, y que es beneficioso seguir una dieta variada para que ninguna fuente de proteínas represente una proporción demasiado grande de ingesta.

"Esto ayuda no sólo a reducir la exposición a las PFAS, sino también a otros contaminantes que podríamos anticipar que se encuentran en los alimentos", dijo Romano.