Traducido por el equipo de Sott.net

Un nuevo estudio ha descubierto por primera vez que los productos comunes para el cuidado de la piel utilizados por los niños pequeños pueden aumentar su exposición a sustancias químicas que alteran las hormonas.
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Los resultados pueden ayudar a guiar a los padres a limitar la exposición de sus hijos a toxinas que podrían dañar su desarrollo, dijo a The Epoch Times Michael Bloom, líder del estudio y profesor de la Facultad de Salud Pública de la Universidad George Mason.

«Encontramos asociaciones entre el uso reciente de diferentes productos para el cuidado de la piel y concentraciones más elevadas de ftalatos y compuestos sustitutivos de los ftalatos», señaló Bloom en un comunicado de prensa.

Los ftalatos, presentes a menudo en productos para el cuidado de la piel, pueden alterar el sistema endocrino, interfiriendo potencialmente con las hormonas. Estas sustancias químicas pueden añadirse a los productos para el cuidado de la piel para mejorar la absorción, prolongar las fragancias o hacer que el producto sea más lubricante.

«Los ftalatos son sustancias químicas que alteran el sistema endocrino, y la exposición de los niños se ha asociado a diferencias en la composición corporal, el neurodesarrollo y la función pulmonar e inmunitaria», escribieron los investigadores en el estudio.

«Aunque las pruebas no son definitivas por el momento, los posibles efectos peligrosos para la salud humana (...) exigen un enfoque preventivo», afirmó Bloom, que ha trabajado en otros estudios sobre los ftalatos y otros posibles riesgos para la salud.

Los compuestos sustitutivos de los ftalatos son sustancias químicas que se utilizan en lugar de los ftalatos. Los sustitutos también pueden ser tóxicos.

Los riesgos potenciales exigen precauciones

Investigadores de la Universidad George Mason recogieron datos de 630 niños de entre 4 y 8 años en 10 centros clínicos distintos de Estados Unidos. Cada niño se sometió a un examen físico, que incluía un análisis de orina para detectar los subproductos de ftalatos que quedaban en el organismo.

Como parte del estudio clínico, se pidió a los padres que hicieran una lista de los productos para el cuidado de la piel que se habían aplicado en las 24 horas anteriores al examen. Estos productos incluían jabones, lociones, champús, cosméticos y protectores solares. Los investigadores observaron un uso frecuente de productos para el cuidado de la piel entre los participantes durante este periodo, y la mayoría de los niños utilizaban al menos un tipo de jabón y loción.

Los investigadores también encuestaron a los padres sobre el origen racial y étnico de sus hijos. Los participantes de raza negra presentaban la tasa más alta de ftalatos en la orina, posiblemente debido a su elección de productos y a la frecuencia de uso.

«Los consumidores pueden consultar las etiquetas de los productos para identificar los ingredientes potencialmente nocivos de los productos para el cuidado de la piel y consultar sitios web que ofrecen información detallada sobre los productos para el cuidado de la piel disponibles en el mercado», afirma Bloom.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. exige a los fabricantes que declaren sus ingredientes a través de una etiqueta. Así, los consumidores pueden saber si algunos productos contienen ftalatos leyendo la declaración de ingredientes en busca de ingredientes que contengan la palabra «ftalato».

Los ftalatos más comunes que se añaden a los productos personales son el dietilftalato (DEP) y el monoetilftalato (MEP).

Sin embargo, la normativa no exige que se enumere cada fragancia o sabor, ni sus ingredientes específicos. Como resultado, es posible que un consumidor no pueda determinar a partir de la declaración de ingredientes de la etiqueta si los ftalatos están presentes en una fragancia o un sabor utilizado en el producto. Por ello, algunos grupos aconsejan evitar las fragancias y los aromas.

Según Bloom, los ftalatos también pueden pasar de los envases de plástico a los productos, lo que sugiere la necesidad de modificar las políticas para limitar la exposición de los niños.

El estudio, publicado el miércoles en la revista Environmental Health Perspectives, fue financiado por el estudio Environmental Influences on Child Health Outcomes del Instituto Nacional de Salud de EE.UU. (NIH).

¿Tóxico o no? El debate en curso

Aunque este estudio no investigó directamente los riesgos para la salud, Bloom señaló que otros estudios experimentales con modelos animales y cultivos celulares han demostrado que los ftalatos pueden afectar a la función hormonal, causar inflamación e inducir estrés oxidativo. Estas vías biológicas, compartidas por los humanos, podrían conducir a efectos adversos para la salud en humanos.

«Estos estudios se realizaron a menudo con dosis muy altas de ftalatos, mayores que las que suelen experimentar las poblaciones humanas», dijo Bloom. «Aún así, muchos estudios observacionales en poblaciones humanas de todo el mundo han informado de asociaciones entre la exposición a algunos ftalatos y problemas neurocognitivos, problemas reproductivos, cambios hormonales, enfermedades metabólicas y otros efectos adversos para la salud, lo que sugiere que existen efectos tóxicos», añadió.

Los resultados de los estudios en humanos han sido dispares, lo que convierte la toxicidad de estas sustancias químicas en un tema controvertido. Debido a cuestiones éticas, «es difícil estudiar la exposición a los ftalatos en las personas, especialmente en los niños», afirma Bloom.

Una creciente preocupación sanitaria

Estudios anteriores han sugerido que el uso generalizado de ftalatos puede dañar la salud humana.

Un estudio realizado en Columbia en 2020 reveló que algunos ftalatos pueden dañar la capacidad de atención de los niños y se relacionó con daños neurológicos.

Un estudio francés de 2024 relacionó la exposición a los ftalatos en mujeres embarazadas con una disminución del peso de la placenta y de la proporción placenta-bebé, ambos resultados negativos para la salud.

Los resultados del estudio actual pueden informar a los responsables políticos, los médicos y los padres para «ayudar a limitar la exposición de los niños a los tóxicos para el desarrollo», escribieron los autores del estudio actual.