En las últimas semanas, el sudeste de Marruecos ha sufrido una serie de inundaciones excepcionales. El coste humano y material ha sido elevado: muchas personas han muerto o están desaparecidas, y las inundaciones han arrasado casas, oasis y plantaciones. Anas Mansouri, experto en riego de secano, explica lo sucedido y las consecuencias para el sector agrícola.
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Acontecimientos excepcionales, pero ya no raros

Mansouri informa: "Recientemente, la región sudoriental de Marruecos se ha visto afectada por grandes inundaciones, a menudo causadas por lluvias torrenciales derivadas de sistemas meteorológicos inestables, fenómenos cada vez más frecuentes debido al cambio climático. Estas inundaciones han causado importantes daños materiales, afectando a las infraestructuras viarias y sumergiendo explotaciones agrícolas, lo que ha provocado considerables pérdidas económicas, sobre todo en cultivos sensibles como las hortalizas. Por otra parte, las precipitaciones han reconstituido las reservas de las presas de la región, en particular las de Kadoussa, Moulay Youssef y Ait Ouara. El mapa hidrológico de la región se ha alterado, con zonas de mayor saturación, lo que exige una gestión integrada de los recursos hídricos para reforzar la capacidad de recuperación de las comunidades ante estos fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes".

A pesar de la falta de precipitaciones en la región en los últimos años, Mansouri cree que las inundaciones ya no deben considerarse un acontecimiento anómalo: "Estas lluvias atestiguan una tendencia a la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos, exacerbada por el cambio climático, que está modificando los regímenes de precipitaciones y aumentando la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos en la región".


Graves pérdidas humanas y materiales, agricultores especialmente afectados

Según Mansouri, el número de víctimas es elevado. "Los daños son considerables y afectan gravemente a las infraestructuras viarias, que han quedado cortadas o destruidas, por lo que algunas zonas han quedado inaccesibles. Muchas casas también han resultado dañadas o destruidas, desplazando a la población. Las tierras agrícolas, dedicadas principalmente a cultivos como hortalizas y árboles frutales en esta época del año, han sufrido importantes pérdidas debido a la saturación y erosión del suelo. Los costes de reparación de las infraestructuras y de asistencia a las víctimas de la catástrofe son elevados, lo que pone a prueba la capacidad de respuesta de las autoridades locales y de las organizaciones humanitarias. El impacto económico es significativo, ya que las comunidades rurales dependen en gran medida de la agricultura para su subsistencia".

¿Cuáles son los cultivos más afectados? Mansouri responde: "Hablamos principalmente de palmeras datileras, nogales, manzanos, almendros, olivos y hortalizas. Estos cultivos, emblemáticos de la región, son especialmente vulnerables al exceso de agua, que puede provocar importantes pérdidas. La saturación del suelo ha afectado gravemente a la producción, comprometiendo la seguridad alimentaria local y los ingresos de los agricultores".

Regeneración de las reservas de las presas

A pesar de las pérdidas, las inundaciones son en sí mismas recursos hídricos en una región gravemente afectada por la sequía, donde no llueve desde hace más de seis años. Según Mansouri, "las recientes precipitaciones en el sureste de Marruecos han permitido una importante regeneración de las reservas de las presas, que desempeñan un papel esencial en la gestión del agua en la región. Entre estas presas, la de Kadoussa, cerca de Boudnib, es especialmente importante, al igual que la de Hassan Addakhil, en Errachidía, que suministra agua para la agricultura y las necesidades domésticas. La presa de Mansour Eddahbi, en Uarzazate, y la de Abdelmoumen también son esenciales para ayudar a regular los recursos hídricos. Además, la presa de Tislit, cerca de Tata, desempeña un papel clave en esta región semiárida".

El experto concluye: "Las lluvias han aumentado los niveles de agua de estas presas, pero también han alterado el mapa hidrológico de la región. El aumento de la saturación del suelo puede acarrear problemas de gestión de los recursos, como el riesgo de desbordamiento y la erosión del suelo. Por lo tanto, es esencial adoptar un enfoque integrado de la gestión de los recursos hídricos, que tenga en cuenta no solo las necesidades actuales, sino también las posibles repercusiones de los fenómenos meteorológicos extremos en el futuro. Esto implica estrategias de conservación, mejora de las infraestructuras y concienciación de la comunidad para aumentar la resiliencia ante los retos relacionados con el agua. La gestión proactiva es esencial para garantizar la sostenibilidad de los recursos hídricos en esta región vulnerable".