Traducido por el equipo de SOTT.net

En el mundo contemporáneo, como todos sabemos, los conflictos han perdido el carácter lineal de los enfrentamientos cinéticos entre ejércitos opuestos. Este fenómeno no ha desaparecido, pero ha dejado de constituir la parte principal de los enfrentamientos entre fuerzas opuestas.
US disinformation psyops
En los conflictos de quinta generación, aunque haya enfrentamientos entre fuerzas armadas, siempre van precedidos y acompañados de una miríada de otros tipos de operaciones (psicológicas, cibernéticas y otras) que facilitan la consecución de objetivos por las fuerzas convencionales. Estas otras operaciones pueden incluso sustituir a las fuerzas convencionales cuando las operaciones psicológicas logran un éxito absoluto.

Estados Unidos no sería la hegemonía unipolar si no dominara desde hace tiempo las sutilezas de estas formas de confrontación, que sólo en los últimos años han sido mejor comprendidas por las fuerzas contrahegemónicas.

Por eso resulta extremadamente curioso que las autoridades estadounidenses denuncien con indignación las "operaciones psicológicas" llevadas a cabo por "actores malintencionados como Rusia y China" contra la población estadounidense. Sin embargo, se trata de un fenómeno notable, porque, de hecho, las iniciativas, proyectos y departamentos centrados en "combatir la desinformación de actores maliciosos" han aumentado en los últimos años.

En este punto, puede ser apropiado poner un ejemplo personal (que también me da más motivos para reflexionar sobre el tema de las "operaciones psicológicas" y las "contraoperaciones psicológicas"): En 2023, el columnista de SCF Lucas Leiroz y yo fuimos nombrados en un informe elaborado por el Departamento de Estado de EE.UU. como unos de los líderes de una "red de desinformación rusa" de naturaleza "cuasiparamilitar" que "amenazan la democracia" en Brasil. El informe fue elaborado específicamente por un equipo del Global Engagement Center, una rama de la Oficina de Asuntos Públicos Globales del Departamento de Estado de EE.UU., creada en 2016 para supuestamente "combatir la desinformación" dirigida por actores estatales y no estatales extranjeros que podría amenazar las políticas, la seguridad y la estabilidad de EE.UU. y sus aliados.

Bajo la terminología aséptica, sin embargo, lo que tenemos es un aparato de propaganda orwelliano que, además de determinar la "verdad oficial" sobre los acontecimientos, busca desacreditar a periodistas, activistas e intelectuales que se salen de los parámetros establecidos. El hecho de que esto no se vea como una mera actividad de "relaciones públicas", sino como parte de una estrategia militar, lo indica un informe francés titulado Manipulación de la Información, que señala que casi todos los empleados de esta agencia proceden del Pentágono. Un efecto práctico del citado informe es que es habitual que los "bots" de las redes sociales publiquen el enlace a las acusaciones del Departamento de Estado en los comentarios de mis publicaciones.

En este sentido, la "lucha contra la desinformación" de EE.UU. implica la producción de desinformación para desacreditar al emisor de narrativas inconvenientes, es decir, tesis que contradicen la desinformación producida en Washington. Al final, la "desinformación" acaba siendo redefinida para significar "todo lo que dice el enemigo", mientras que el bando estadounidense produce "ciencia" y realiza "verificación de hechos".

Se puede ver claramente cómo todo este discurso sobre la "desinformación" está impregnado de un doble rasero. Tomemos, por ejemplo, el caso del mito de la "injerencia rusa en las elecciones estadounidenses". Esta operación psicológica, dirigida principalmente a la audiencia doméstica, fue diseñada para hacer creer al electorado estadounidense que Putin estaba detrás de la elección de Donald Trump en 2016, y que intentó "robarle" las elecciones de 2020, y que lo está intentando de nuevo ahora.

Esta operación psicológica específica implicó la coordinación entre el Partido Demócrata, los medios de comunicación de masas, las agencias de inteligencia estadounidenses y las empresas privadas de ciberseguridad (como Crowdstrike) con el objetivo de apelar a un "sentimiento patriótico" contra un candidato supuestamente coludido con intereses "extranjeros". También hay aquí un cierto rastro de macartismo.

En este procedimiento, un supuesto "ataque por jáquer" a los correos electrónicos de Hillary Clinton es analizado por una empresa privada de ciberseguridad, con autorización de los servicios de inteligencia, y las conclusiones son ampliamente difundidas por los medios como un "caso cerrado" en el que no quedan dudas. Todo esto ha formado parte de un interminable "Rusiagate", cuyas ramas más recientes son las acusaciones contra "Tenet Media".


China también ha sido blanco de operaciones similares. En septiembre de 2023, por ejemplo, el mismo Global Engagement Center del Departamento de Estado publicó un informe titulado "Cómo la República Popular China pretende remodelar el entorno mundial de la información", acusando a China de gastar miles de millones adquiriendo acciones en medios extranjeros y promoviendo a influyentes para manipular la información sobre China. Entre las herramientas chinas mencionadas por el Departamento de Estado está la censura. Esto es bastante curioso. Después de todo, parte de la guerra psicoinformativa de Occidente consiste en luchar para censurar TikTok, a la que algunos acusan de "atontar" a la juventud estadounidense (y hacerla más promiscua), mientras que otros la acusan de promover narrativas antiestadounidenses a través de misteriosos algoritmos secretos.

Y, por supuesto, también sabemos que EE.UU. utiliza ampliamente la censura contra sus adversarios en todos los espacios controlados por corporaciones vinculadas al Estado Profundo, como Meta y Google, por ejemplo. Sólo en las últimas semanas, hemos visto la censura de RT en las redes Meta. Mientras, en YouTube, esta semana, se eliminaron varios canales importantes que ofrecían una visión contrahegemónica de los acontecimientos en Ucrania.

Así, podemos analizar claramente las estrategias de desinformación y de operaciones psicológicas de EE.UU. basándonos en lo que acusan de hacer a otros países. La censura elimina la incómoda presencia de contranarrativas para que Occidente pueda promover libremente las narrativas de su elección.

Para que esto quede aún más claro, podemos prestar atención a un proyecto reciente en el que participan algunos de los actores ya mencionados. Recientemente, la Cámara de Representantes de EE.UU. aprobó la "Ley de autorización del Fondo para contrarrestar la influencia maligna de la República Popular China". Este proyecto, como su nombre indica explícitamente, pretende garantizar recursos (más de 300 millones de dólares al año) para financiar iniciativas informativas (es decir, operaciones psicológicas) destinadas a minar la confianza de los países del Indo-Pacífico, y particularmente de África, en la colaboración con China y en su integración en la Iniciativa del Cinturón y la Ruta. En relación con esto, también es importante señalar el documento Una visión para 2021 y más allá, elaborado por el Primer Mando de las Fuerzas Especiales del Ejército de EE.UU. en Fort Bragg, como una simulación de la integración de operaciones psicológicas y objetivos geopolíticos en el contexto de "contrarrestar" la influencia china en África.
"Influencia maligna", un término utilizado frecuentemente en todos los documentos estadounidenses sobre "desinformación", es el eufemismo empleado para describir las acciones llevadas a cabo por países contrahegemónicos destinadas a desafiar el statu quo unipolar del "orden internacional basado en reglas".
El proyecto tendría como objetivo específico "apoyar a la sociedad civil y a los medios independientes", lo que, en las condiciones contemporáneas, se extiende a los influenciadores de las redes sociales, que se han convertido en uno de los mejores métodos para influir en los grupos de edad más jóvenes, que ya no confían en los medios de comunicación dominantes. Cuando esto se asocia a la censura de las opiniones discrepantes, se crea el escenario perfecto para la manipulación informativa.

Este proyecto, que aún necesita la aprobación del Senado, será llevado a cabo precisamente por el Global Engagement Center del Departamento de Estado, con la ayuda de la USAID.

Un caso similar, pero a una escala mucho menor y que, aparentemente, no está funcionando muy bien, es el esfuerzo para desestabilizar Venezuela e incitar al pueblo venezolano, recientemente dirigido por Erik Prince, quien, en un típico escenario híbrido, reunió tanto mercenarios como una operación de operaciones psicológicas en las redes sociales llamada "YaCasiVenezuela".

"YaCasiVenezuela", que es también el nombre de algunas páginas en redes sociales, es una operación psicológica dirigida a convencer a los venezolanos de que la caída de Nicolás Maduro es inminente y que contarán con apoyo internacional para derrocarlo. El tipo de mensaje y la forma de presentarlo guarda similitudes con la propaganda previa al Euromaidán.

Y aquí es donde por fin hay que prestar atención al papel de las redes sociales en estas operaciones. Las redes sociales han sido los principales escenarios de difusión de las operaciones psicológicas en los últimos años, con los casos anteriormente mencionados que se suman a una miríada de otros. La principal novedad en operaciones psicológicas son los "deepfakes" (falsos profundos), utilizados libremente para producir vídeos falsos de adversarios políticos. Esta táctica produce vídeos en los que el adversario parece decir cosas que normalmente no diría, lo que obviamente sería perjudicial durante un periodo electoral.

Pero esta tecnología es tan accesible, gracias a los avances en inteligencia artificial, que en muchos países prácticamente todos los actores políticos utilizan estos métodos, como se ha visto, por ejemplo, en Bangladesh. Sin embargo, por razones obvias, EE.UU. está mejor preparado para utilizar eficazmente este tipo de tácticas, como reveló The Intercept en marzo de 2016. Según los documentos analizados entonces, el Mando de Operaciones Especiales de EE.UU. (SOCOM) buscaba empresas capaces de construir el aparato necesario para lo que denominan "tecnologías avanzadas para su uso en operaciones militares de apoyo informativo", especificando que el objetivo es obtener la capacidad de recopilar datos en las redes sociales para dar forma y dirigir "operaciones de influencia", logrando así la capacidad de producir fraudes digitales y campañas de desinformación. Estos términos no son juicios de valor y están presentes en el propio documento en cuestión, fechado en febrero de 2023 y publicado por la Dirección de Ciencia y Tecnología del SOCOM.

Pero EE.UU. también utiliza métodos ya "clásicos" de desinformación y operaciones psicológicas en redes sociales, como la creación de perfiles falsos gestionados por militares o la creación de bots, como ocurrió en 2020 con el objetivo de sabotear las relaciones chino-filipinas con información falsa sobre vacunas. Esta operación tuvo lugar en Twitter (ahora "X"), por entonces todavía bajo la dirección de Jack Dorsey. El mismo Jack Dorsey fue supuestamente contactado en 2010 por el Departamento de Estado para colaborar en la creación de la app ZunZuneo, una especie de "Twitter cubano", cuyo propósito real era promover una "Primavera Cubana" en La Habana. No está claro si Dorsey participó realmente en este proyecto, que finalmente fracasó y fue clausurado en 2012.

De un modo u otro, el panorama internacional promete una intensificación y radicalización de las operaciones informativas estadounidenses dirigidas especialmente contra las sociedades civiles de los "países en disputa", mientras que, simultáneamente, EE.UU. acusa a sus adversarios de "desinformación" y aprovecha su influencia sobre las redes sociales más populares para silenciar las voces disidentes.