© DesconocidoEspaña sugiere a Marruecos que aproveche el momento para avanzar en su proceso de « reformas » políticas.
La ola de protestas que sacude el mundo árabe ha obligado al presidente de Yemen, Ali Abdala Saleh, a renunciar a perpetuarse en el poder. Saleh sigue así el ejemplo de su homólogo egipcio, Hosni Mubarak, para no acabar como el depuesto mandatario tunecino, Ben Ali, que tuvo que huir de su país.
El presidente yemení anunció ayer que no optará a la reelección en 2013, cuando expira su mandato, y que tampoco «abdicará» en su hijo, como ambiciona Mubarak.
La oposición de Yemen consideró el anuncio del jefe del Estado un «paso positivo», pero se negó a ver en él una «concesión» a sus demandas y, por lo tanto, rechazó suspender la gran manifestación convocada para hoy en la capital, Saná, bautizada como el «día de la ira».
«No habrá ni prolongación ni sucesión hereditaria ni se pondrá a cero el reloj», prometió ayer Saleh, que lleva, como Mubarak, tres décadas en el poder. «Hago estas concesiones en beneficio del país. Los intereses del país están por encima de nuestros intereses personales», dijo ante los miembros del Parlamento y del Majlis Al Shura (Consejo Consultivo) y ante altos cargos del Ejército.
Saleh blandió la amenaza del caos para pedir a sus detractores que participen en la formación de un Gobierno de concentración y desconvoquen la protesta. «Lo que está sucediendo en Egipto y en Túnez es el caos, y cuando estalla es difícil controlarlo», les advirtió.
Según las leyes vigentes, Saleh tendría que dejar la Jefatura del Estado al término de su mandato, en 2013, pero algunos miembros del partido gobernante propusieron a finales del año pasado eliminar ese límite. La iniciativa irritó a la oposición, que la semana pasada logró congregar a más de 16.000 personas para exigir un cambio de Gobierno y la dimisión del presidente.