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A principios de la década de los 60 del pasado siglo apareció el libro de cabecera para todos los ambientalistas, se llama "Primavera Silenciosa"

Las mentes más brillantes de aquella época estaban advirtiendo de los peligros para la salud humana y el ambiente de uno de los mayores pilares de la revolución verde: los pesticidas.

A lo largo de las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo aparecieron nuevas críticas a la revolución verde, y comenzó a tener un cuerpo más tangible lo que ha llegado a denominarse la agricultura orgánica o ecológica.

La Federación Internacional de Agricultura Orgánica define este modo de hacer producir a la tierra de la siguiente manera: "La agricultura orgánica es un sistema de producción que sustenta la salud de los suelos, ecosistemas y la gente"

El debate entre los modelos de producción agrícola continúo

El año 2002 la ONU y el Banco Mundial anunciaron que convocarían un cuerpo investigativo de alto nivel que realizaría una minuciosa evaluación de la ciencia y tecnología agrícolas de una vez y por todas.

El informe final de este esfuerzo dio lugar a un jugoso informe conocido como "La Evaluación Agrícola", publicado en 2008.

Este informe se propuso encontrarle respuesta a la pregunta: "¿Qué debemos hacer para conquistar la pobreza y el hambre, lograr desarrollo sustentable y equitativo, y sostener una agricultura productiva y resistente frente a las crisis ambientales?"

Esta exhaustiva evaluación es para la agricultura mundial lo que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático es al clima.

La similitud entre ambos estudios tienen como común denominador los efectos indeseables de la antropización del planeta.

El informe fue redactado por cerca 400 expertos que recopilaron datos e informaciones de miles de otros colegas de todas partes del mundo, y fue sometido a procesos independientes de revisión por los pares.

La evaluación fue financiada por organismos intergubernamentales como el Banco Mundial, el Programa Ambiental de las Naciones Unidas, la UNESCO y la FAO.

El informe concluye que el modelo dominante de agricultura moderna está devorando el patrimonio del planeta y poniendo en peligro el futuro de la humanidad. Se puede leer "La agricultura moderna, tal como hoy se practica en el mundo... está explotando excesivamente el suelo y es insostenible porque hace un uso intensivo tanto de la energía proveniente de los combustibles de origen fósil como del capital, al mismo tiempo que básicamente no tiene en cuenta los efectos externos de su actividad. Si seguimos con las actuales tendencias en materia de producción de alimentos agotaremos nuestros recursos naturales y pondremos en peligro el futuro de nuestros niños."

Les quiero proponer otro de sus renglones medulares "Hemos llegado a la conclusión de que sin cambios radicales en el modo en el que el mundo produce sus alimentos el planeta sufrirá daños duraderos."

Desgraciadamente los fuertes intereses que mueven el mundo no prestaron atención a lo que resulta más saludable para el planeta y el hombre.

Al igual que lo ocurrido con el protocolo de Kyoto que fue torpedeado hasta transformarlo en un mero papel, la producción agrícola impulsada por los intereses corporativos evolucionó en contra del sentido común.

Desde los años 90 del pasado siglo comenzó a florecer lo que podríamos clasificar como la nueva actualización de la revolución verde.

Ahora se le adiciona al paquete tecnológico semillas transgénicas patentadas.

La empresa líder de esta nueva tendencia es la corporación estadounidense Monsanto, actualmente la compañía de semillas más grande del mundo, que tiene alrededor del 90% del mercado mundial de semilla transgénica.

Quizás Cuba sea el único país del mundo que pueda definirse como "Libre de la plaga Monsanto", por aquí circula mucho material acerca de las practicas de esta corporación y tanto especialistas como productores conocen de los efectos adversos de este modo de concebir la agricultura.

A esto nosotros le llamamos "Educación Ambiental" y la Monsanto se trata acá como una plaga indeseable producto de un desarrollo tecnológico que no deseamos en los campos.