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© Universidad de Okayama / JAXADetalle de un grano recogido de la superficie del asteroide.
Científicos de Japón empiezan a analizar las muestras del asteroide Itokawa.

Su objetivo era tan ambicioso como difícil de completar con éxito. La sonda japonesa 'Hayabusa' debía recoger muestras de rocas del asteroide 25143 Itowaka y traerlas a la Tierra. Finalmente, en junio de 2010 y tras siete años de viaje, regresó con una pequeña muestra de polvo de la superficie del asteroide, la primera que se consigue traer de un objeto más lejano que la Luna.

Veinte meses después de que la nave volviera a la Tierra, un equipo de investigadores japoneses ha ofrecido los primeros resultados del análisis de una pequeña parte de estas muestra. Sus conclusiones se publican en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).

El estudio de cinco de los 1.500 granos líticos (pequeñas partículas de material sólido) recogidos por la sonda ha revelado cráteres minúsculos y partículas adheridas, a escalas entre la micra y el nanómetro. Según sugieren los autores, los impactos de estas partículas juegan un importante papel en la evolución de los asteroides y otros objetos interplanetarios, y contribuyen a modelarlos.



Jesús Martínez-Frías, director del departamento de Planetología y Habitabilidad del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), destaca que este estudio ha permitido "analizar, por primera vez, las propiedades de los asteroides y los impactos cosmogénicos, y sus consecuencias texturales, mineralógicas y geoquímicas a escala micro y nanométrica". El científico considera que "se trata de una de una investigación de gran interés, cuya principal limitación radica en la escasez del material analizado".

Hallazgo 'espectacular

Por su parte, Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional, califica de "espectacular la detección de esos micro y nanocráteres en la superficie de los granos y, lo que es más interesante, la posibilidad de estudiar las partículas interplanetarias que han quedado adheridas en el asteroide, muy difíciles de colectar de otra manera. La importancia de las colisiones en la evolución de los asteroides es del dominio público, pero el efecto de estas micro y nanocolisiones se pone ahora de manifiesto por vez primera".

Según el astrónomo, aunque son muy ligeros, "estos proyectiles parecen animados por altísimas velocidades. Un gran número de ellos puede ser capaz de crear un efecto muy significativo alterando la superficie de los asteroides. El fenómeno físico podría ser algo similar al que se produce con los chorros de arena que se utilizan para limpiar superficies [fachadas, metales, etc.] en trabajos industriales", compara.

Para Bachiller, "resulta sorprendente que el proceso de adherencia de partículas tenga tanta importancia en un pequeño cuerpo como el Itokawa [unos 500 metros de tamaño], donde la velocidad de escape es tan solo de 0,2 metros/segundo [mucho menor que, por ejemplo, en la Luna], lo que debería favorecer la expulsión de material al espacio exterior tras cada colisión".

Colaboración internacional

El polvo que Japón tiene en sus manos supone una valiosísima fuente para estudiar los asteroides. Por ello, la agencia espacial nipona, JAXA, ofrece a los investigadores de todo el mundo la posibilidad de participar en su análisis.

La ambiciosa misión 'Hayabusa' para traer por primera vez a la Tierra rocas de un asteroide fue un éxito parcial para Japón. Por un lado, consiguió que la sonda completara su largo viaje, llegara a su destino y regresara a nuestro planeta. Sin embargo, sólo pudo traer una pequeña cantidad de polvo de la superficie.

"Aunque 'Hayabusa' no haya podido traer rocas, no hay que restarle importancia. Es la primera vez que se trae material de más allá de la Luna. Las otras misiones comparables han sido la 'Stardust', de la NASA, que trajo granos de polvo de la cola de un cometa, y la malograda 'Fobos-Grunt' de la agencia rusa, Roscosmos".

El ambicioso objetivo de la nave rusa era recoger muestras de Fobos, una de las dos lunas de Marte, y traerlas de vuelta a la Tierra. Sin embargo, un fallo técnico impidió que se situara en la órbita adecuada y dos meses después de su lanzamiento, los restos de la sonda cayeron en el Pacífico.

Bachiller considera que el complicado experimento que acaban de hacer los nipones "ilustra el grado de madurez de la tecnología espacial japonesa" y considera que la Agencia Espacial Europea (ESA) debería reforzar los lazos de colaboración con su homóloga japonesa (JAXA).