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© Desconocido
Confieso que estoy un poco harto de tener que escribir sobre el tema de la corrupción, aunque soy consciente de que me queda aún mucho por escribir sobre este tema. Política y corrupción, poder económico y corrupción, han ido siempre de la mano. La tríada poder, estatus y riqueza ha sido siempre una secuencia sociológica imbricada entre sí, no siempre en ese orden.

Por eso y de la manera más normal del mundo uno no se inmuta cuando escucha de boca incluso de personas que años atrás estaban dispuestos a hacer la "crítica por las armas" de toda injusticia terrenal y de las corruptelas de los políticos "tradicionales", decirte, algo así como: "tú sabes muy bien que en política la corrupción es algo natural". O sea, venía a decirme, que todos los que hacen política son corruptos.

Obviamente, no comparto ese punto de vista. Que en política siempre ha habido corrupción es algo sabido, la historia de todos los países nos muestran casos de ello, y ahora, con el desarrollo de los medios de comunicación y la horizontalidad de la información gracias a internet, es más fácil que los casos de corrupción no pasen desapercibidos.

No sé si ahora hay más corrupción que antes. Creo que sí, pero lo que es demostrable empíricamente es que tenemos más medios para acceder a los datos sobre las corrupciones. Y no se trata solo de la labor de grupos globales como "Anonymus" que acceden a datos informáticos confidenciales o secretos, para conocer las transacciones internacionales, sino que hay más sensibilidad para denunciarla.

La OCDE tiene tiempo trabajando en convenios para que los países miembros - los principales Estados del mundo en cuanto a riqueza económica-, pongan trabas a los actos de corrupción de las empresas para obtener mediante sobornos, de los oficiales o funcionarios públicos, ventajas para invertir o para defraudar al fisco de los países donde invierten o hacen negocios.

Porque donde hay corruptos hay corruptores. Y los corruptores son muchas veces empresarios, políticos en el poder, y otras, en estos tiempos que corren, hampones de la droga, traficantes de armas, y las mafias internacionales y nacionales del tráfico de personas y la prostitución e incluso de los traficantes de órganos.

En todo caso, para mí, los peores de todo son los corruptores políticos, porque está en la misma esencia de las cosas que un empresario trate de ganar dinero, ya que el lucro es su fin, aunque este no debe estar ausente de todo comportamiento ético.

En cuanto a los gánsteres y delincuentes de todo tipo, va de suyo que la ética no está en su diccionario ni en el "ethos" de su oficio, al igual que el cumplimiento de las leyes. Lo que caracteriza el accionar delincuente es ir contra las normas de todo tipo: legales, deontológicas, de equidad, de costumbres, de civismo, etc. etc.

De manera que de todos los corruptores y de todos los corruptos los peores en grado superlativo son los políticos que utilizan los mecanismos pródigos del Estado, para una apropiación indebida de los bienes públicos. Es decir, para robar para sí lo que es "cosa pública", lo que son bienes de la república.

¿Por qué pongo en primer lugar de mi condena a los políticos? Obviamente no lo hago por desprecio u odio hacia ellos. Un amigo - él si político profesional aunque también un buen científico social-, me decía que no conocía a nadie que amara más la política que yo. Creo que se equivocaba.

Amo, sí, la Política con mayúsculas, pero detesto la política politiquera, sea de los individuos y grupos conspirando por su tajada, como a esos obsesos del poder que no conciben nada que no se conjugue en primera persona: Yo, y después, Yo.

Para mí la política tiene un sentido, para decirlo con nota criolla, duartiano: servicio público, búsqueda del bien común, intelecto y acción para el logro del interés general. Actitud, por ende, más colectiva que personalista.

Eso explica y da la clave de mi absoluto rechazo y fobia a los políticos depredadores, a esos que han utilizado y utilizan los mecanismos del Estado para acumular riquezas, en grado tal, que hace algo más de una década no podían ni siquiera imaginar

Para los que emplean el poder para hundir al pueblo en la corruptela y la dependencia de "sus dádivas" y "generosidad" asistencial, a costa de todos nosotros, de los bolsillos de los contribuyentes, los que creamos riqueza. Los que mientras se hinchan de dólares y euros en cuentas secretas, en bancos internacionales y en sociedades financieras, contribuyen a que los ciudadanos dominicanos sean de los menos preparados de su entorno latinoamericano.

Los que mantienen a una parte del pueblo clientelarmente atados a los favores, a la política del "dao" y al favoritismo, incluso, privándoles de su dignidad humana de ganarse el pan con el sudor de la frente o con su talento, mérito y capacidades, para de esa manera tener una masa de maniobra disponible, para continuar con la depredación de la riqueza pública y seguir hundiéndonos en la ignominia.

Hoy, la primera prioridad en la agenda política, es unir fuerzas para poner punto final a los políticos depredadores.