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© ClarinYo y el espejo. Los narcisistas tienen una imagen demasiado elevada de sí mismos y no lo ocultan. Pero también son hipersensibles a las críticas de los demás y pueden estallar seguido
La oposición dice que me vaya a mi casa. ¿A cuál? Tengo veinte", se burló el primer ministro Silvio Berlusconi ante los periodistas, cuando aún era imposible prever su caída en Italia. Aquí, con menos plata en el banco y lejos del poder, cada año llegan al diván más personas que no ocultan su amor al ego y muestran poca predisposición a aceptar límites, aseguran los psicólogos. Se trata de los pacientes con rasgos narcisistas . Algunos pueden sufrir colapsos graves y otros, sin embargo, vivir toda su vida con cierta normalidad.

En ese contexto, la licenciada Liliana Paz Méndez advierte: "La sociedad de hoy es una máquina de generar sujetos individualistas y narcisistas" . Y la psicóloga Valeria Andersen amplía: "Yo diría que hoy todos llegan a terapia con algún grado de lo que Carl Jung llamó inflación del ego ".

Los narcisistas tienen una autoestima exagerada y no lo ocultan. Pero son hipersensibles a las críticas y estallan seguido. Les cuesta reconocer las necesidades del otro, tienen problemas para disfrutar de sus logros y pueden llegar a competir con miembros de su familia. Lo peor: sufren y hacen sufrir . ¿La cultura actual los incentiva? Sí, responde Rosa Sánchez, terapeuta y docente del Centro DOS: "No sólo existe una legitimación de la arrogancia desde los medios y la publicidad , sino que el mercado potencia conductas que alimentan las rivalidades". En la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), Lía Ricón - docente en la UBA - comparte que "el contexto sociocultural tiene un peso enorme", y cuestiona que incluso se toman modelos del deporte, como el de catalogar a las personas en rangos, número uno, número tres o último, por ejemplo.

Aunque es difícil de medir, el tema está instalado. Hasta el principal manual de psiquiatría del mundo, el DSM, editado en Estados Unidos, dejó de considerar al narcisismo como enfermedad por entender que se volvió "normal" , una mirada que rechazan muchos profesionales. El rasgo se ve en todas las clases sociales: desde el adolescente humilde que se muere por tener las zapatillas más caras para "mostrarse", hasta el empresario dispuesto a perder su salud para comprar una casa más grande en el campo.

Pero el viaje para lograr la admiración ajena tiene estaciones complicadas : para ser "importante" otro debe asumirse como inferior. Así, nace la agresión verbal a la hora de relacionarse. Si las altas aspiraciones no tienen un correlato en los hechos, el narcisista enfrenta una autocrítica severa y se deprime. En este caso, el destino inevitable es la terapia. Pero no todos se animan.

"Pedir ayuda es herir al amor propio" , advierte un profesional.

En el grupo de los que no pagan cara su actitud arrogante están los "narcisistas funcionales" , emprendedores, líderes y artistas a quienes "se suele amar aunque ellos parecen no necesitarlo", apunta Leonardo Peskin, médico psicoanalista y docente de seminarios en APA. También existe el otro extremo, el de pacientes que dependen de la mirada de los otros y que con su actitud egocéntrica buscan ocultar una profunda inseguridad. Esos casos pueden terminar en adicciones graves - a las drogas, al trabajo o a las cirugías - o en enfermedades psicosomáticas.

Más allá de lo social, hay raíces del padecimiento en la familia , dicen los especialistas. Es que tanto los padres exageradamente presentes en la vida de sus hijos como los ausentes pueden generar una estructuración narcisista. En el primer caso, al llevar al chico a pensar que es un rey "predestinado a lo grande". En el segundo, como un mecanismo natural de compensación del nene al no sentirse valorado. Sea por una causa u otra, ya se sabe: la austeridad no está de moda