La región del Tíbet, en el suroeste de China, se ha visto afectada por los continuos desprendimientos de tierra que se están sucediendo debido a los fuertes vientos y a la nieve de las cumbres montañosas. El tráfico en la carretera 318 que comunica Lhasa -la capital tibetana- con Nepal, se ha visto interrumpido por los cerca de 6.000 metros cúbicos de arena y rocas que han caído de las montañas. Esto ha obligado a más de un centenar de turistas a abandonar sus vehículos y cargar con sus maletas ante la imposibilidad de continuar sus viajes. El servicio de mantenimiento de carreteras ha tratado en las últimas horas de despejar el camino pala y dinamita en mano, ya que algunas de las rocas pesan entre 20 y 30 toneladas.

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