Los estudiantes se volcaron masivamente este miércoles 16 a las calles de la capital chilena para mostrar que no creen en las propuestas de reforma educativa del gobierno de Sebastián Piñera y exigir cambios profundos que apunten a una mayor igualdad social.

En la segunda protesta estudiantil del año, unas 100.000 personas caminaron por el centro de Santiago de forma pacífica hasta el final del tramo previsto, donde se sucedieron fuertes enfrentamientos con la policía.

Los estudiantes universitarios y secundarios insistieron en que no se callarán hasta que logren una reforma de fondo en la educación, que apunte a transformar el actual modelo social y económico.
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"Las encuestas dicen que 70 por ciento de los chilenos (consultados) no creen en el presidente. ¿Podemos los estudiantes creer en el presidente?", preguntó el nuevo titular de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), Gabriel Boric, en el discurso principal de la jornada.

"Piñera se comprometió a eliminar el lucro encubierto en las universidades, pero cuando llegó el momento presentó un proyecto de ley para una superintendencia que legitima el lucro. Hoy día hay tres ministros en el gobierno que construyeron sus fortunas con el negocio de universidades privadas", fustigó.

Pero el dirigente estudiantil fue mucho más allá y aseveró que tampoco se puede confiar en la opositora Concertación de Partidos por la Democracia, la coalición de centroizquierda que gobernó el país entre 1990 y 2010, pues esta "se dedicó a administrar el modelo heredado de la dictadura" (1973-1990).

"Los estudiantes no podemos creer ni en Piñera, ni en la derecha ni en (la expresidenta Michelle) Bachelet (2006-2010) ni en la Concertación. Sería atentar contra nuestra inteligencia, nuestra historia y nuestro sentido común", arengó.

"A nosotros, como generación, no nos tocó experimentar la dictadura, pero sí nos tocó ver la esperanza de nuestros padres, hermanos y vecinos de que el retorno a la democracia iba a significar un cambio profundo en sus vidas, y nos tocó estar ahí cuando dicho anhelo fue lentamente cayéndose a pedazos", añadió Boric.

Los estudiantes avanzaron este miércoles 16 en una abigarrada columna que se extendió por siete cuadras y que estuvo encabezada por los dirigentes de la Confederación de Estudiantes de Chile, entre ellos Camila Vallejo, la expresidenta de la FECH y líder del movimiento en 2011, quien hoy ocupa la vicepresidencia de la asociación estudiantil tras perder las elecciones con Boric.

"El mismo modelo, el mismo negocio. Reforma ahora!", se leía en el lienzo principal que sostenían los dirigentes.

Los estudiantes contaron nuevamente con el apoyo de distintos sectores de la sociedad, que no solo se sumaron a la marcha sino que aplaudieron o saludaron con pañuelos blancos. Se vieron caminar junto a los jóvenes tanto a madres y padres como a abuelos y abuelas.

Juan Eduardo García Huidobro, expresidente del Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación del gobierno de Bachelet, atribuyó la masividad de la protesta a que las reivindicaciones de los estudiantes "todavía no se concretan".

En conversación con IPS, el exfuncionario precisó que, si bien el gobierno ha mejorado bastante su propuesta inicial, "hay dentro de la reivindicación de los estudiantes un grito por una educación menos mercantil, mucho más controlada, sin lucro y ojalá gratuita, y en eso no se ha avanzado lo suficiente".

El gobierno de Piñera anunció semanas atrás que los bancos ya no se encargarán de los créditos universitarios y que se aumenta hasta el noveno decil el acceso al financiamiento estatal. Es decir que se incluye al 90 por ciento de los trabajadores y se excluye al 10 por ciento más rico del país, que tiene un ingreso por persona superior al equivalente de 1.000 dólares.

Luego comunicó una reforma tributaria, que fue considerada "mínima" e "insuficiente", pues aumenta solo en dos por ciento los impuestos a las grandes empresas.

La reforma solo recaudará entre 700 y 1.000 millones de dólares anuales, mientras los estudiantes piden que se inyecten 5.000 millones de dólares al año para conseguir su anhelo de una educación pública, gratuita y de calidad.

"Claramente hay un modelo que reproduce la suerte de los padres en los hijos y, por lo tanto, requeriríamos de uno mucho más igualitario, en el cual la educación que se les da a unos y a otros sea de la misma calidad", apuntó García Huidobro, hoy decano de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado.

"Pero en eso no hemos avanzado nada, pues seguimos con financiamiento compartido, con educación pagada exclusiva para los más ricos, etcétera", añadió.

Argumentó, además, que el modelo educativo chileno "no corrige las deficiencias del modelo económico".

"Cuando uno piensa, utópicamente al menos, qué es lo que la educación debiera hacer, entendemos que es volver a repartir los naipes de generación a generación, de tal manera que los jóvenes tengan oportunidades nuevas y no solo las que tuvieron sus padres, ya que este sistema en vigor reproduce claramente la situación", enfatizó.

La marcha de este miércoles fue la antesala de lo que serán las movilizaciones del 21 de este mes, cuando el presidente Piñera brinde el informe de las cuentas públicas al Congreso Nacional legislativo.

Las agrupaciones de estudiantes, los sindicatos de trabajadores y la mesa social en pleno tienen previsto desplazarse ese día hacia el puerto de Valparaíso, 140 kilómetros al noroeste de Santiago, donde se ubica la sede legislativa.

La manifestación también coincidió con el momento de más baja popularidad de Piñera, quien en la última encuesta pública recogió solo 24 por ciento de aprobación entre los entrevistados, la menor para un presidente desde el retorno a la democracia tras 17 años de dictadura.

Al finalizar la marcha, un grupo de manifestantes con los rostros cubiertos se enfrentaron con la policía.

Un manifestante denunció por las redes sociales que una mujer quedó semiinconsciente por los golpes de la policía, mientras que medios de comunicación locales aseguraron que los efectivos represivos no discriminaron entre la población a cara descubierta y los encapuchados que lanzaron piedras y bombas incendiarias.