La teletransportación cuántica ha sido confirmada por un grupo de investigadores de la Universidad de Delft. Las consecuencias son infinitas y asombrosas: desde la consolidación de la informática cuántica hasta la transmisión de datos en tiempo real.
© Desconocido
Una playa está compuesta de pequeños granitos de arena que por separado pueden parecer insignificantes, pero que en su conjunto es cuando adquieren su total significado. Ayer, en el campo de la ciencia, se presentó uno de esos granitos: la
teletransportación cuántica.
Para ello, investigadores de la Universidad de Delft, en Holanda, han tenido que demostrar la teoría del entrelazamiento cuántico. Idea que fue introducida primero por Erwin Shcrödinger y que más tarde Albert Einstein y sus colegas criticaron en 1935 y con la "Paradoja Einstein-Podolsky-Rosen" en la que
desestimaban la existencia de un lazo que uniera a dos partículas separadas.
Sin embargo, el estudio recientemente publicado ha acabado probando que Einstein y sus colegas se equivocaban. Para ello han tenido que crear unas partículas cuánticas especiales llamadas "qubits" las cuales pueden tener varios valores simultáneamente. Después, los han separado en una distancia de 3 metros y los han puesto bajo observación. Es aquí donde se produce el fenómeno de teletransportación porque han observado que el giro de un electrón en un qubit
se refleja en el otro instantáneamente.
Todo esto que nos puede sonar exageradamente complicado ahora tendrá un gran impacto en el futuro, ya que a partir de ahora la información podría transportarse a velocidades que, a día de hoy, casi ni podemos concebir. Este descubrimiento revolucionará la
informática cuántica de la cual tanto se habla últimamente y que, seguramente, será el paradigma de la tecnología en los años venideros.
Así pues, puede que estemos ante
uno de los hitos de la ciencia aunque, lamentablemente, pasará desapercibido para millones de personas. Por suerte, cuando podamos apreciar sus consecuencias siempre podemos levantar la mano y decir "Yo ya lo sabía". Y que nos miren con desprecio como a bichos raros.
Finalmente se confirma en el laboratorio lo que la ciencia esotérica lo ha sostenido desde siempre. El tiempo no existe o no tiene importancia en estos supra o meta mundos y todo está inmerso en un océano de interrelaciones que nacen del mismo origen: el Espíritu Universal.
Científicos como Ervin Laszlo ya lo comentaba en el año 2004 en su libro : La Ciencia y el Campo Akásico, de esta manera:
“Hace aproximadamente cien años, el mundo mecanicista y predecible de Newton, entró en conflicto. Con la división del átomo a final del XIX y del núcleo atómico a principios del XX, se fragmentó algo más que una entidad física. Se removió «el verdadero fundamento de la ciencia natural: los experimentos de la física a principios del XX destruyeron la idea preponderante de que toda la realidad está compuesta por bloques que no se pueden dividir en nada más. Sin embargo, los físicos no podían aportar ningún concepto sensato comparable en su lugar. La misma noción de «materia» se volvió problemática. Las partículas subatómicas que emergían cuando los átomos y núcleos atómicos se fisionaban no se comportaban como sólidos convencionales: tenían una interconexión conocida como «no-local» y una naturaleza dual que consistía en unas propiedades similares a las de tipo ondulatorio y corpuscular. Además, el famoso experimento «EPR» (Einstein, Podolski, Rosen) (el experimento sugerido en principio por Albert Einstein junto con sus compañeros Boris Podolski y Nathan Rosen) demostraba que la partículas que a un mismo tiempo compartían el mismo sistema de coordenadas se mantenían instantánea e indefinidamente correlacionadas. Esta correlación se extiende a los átomos completos: los actuales experimentos de «teletransportación» muestran que cuando un átomo de una pareja de átomos correlacionados se correlaciona a su vez más tarde con un tercer átomo, el estado cuántico del tercero es instantáneamente transferido («transmitido») al otro átomo del par inicial, sin importar lo lejos que éste pueda estar.
¿Podría la no-localizarían de las unidades más pequeñas conocidas del universo físico deberse a un campo fundamental que registre el estado de las partículas y transmita la informarían a partículas en un estado similar? ¿Podría ser que un «campo akásico» se encuentre activo no sólo a escala cosmológica, sino también a escala microscópica de la realidad física?
Bien, ya estamos adentrando nuestro conocimiento “experimental” en estos conceptos. Pronto se descubrirán otras razones.
JMR.