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Dinamarca comienza a investigar el escandaloso número de daños por la vacuna del papiloma y Japón hace dos años que dejó de recomendarla por lo mismo. ¿Y en España, qué hacen los diferentes gobiernos regionales? Pues algunos ejercen de vendedores de los laboratorios fabricantes enviando cartas a las familias para que vacunen (cargadas de mentiras, por cierto).

Una de las variadas razones por las que las vacunas en general están perdiendo prestigio es porque en los calendarios de vacunaciones recomendadas están mezcladas las necesarias, efectivas y seguras con las que carecen de alguno o de todos esos atributos.

La vacuna del papiloma está considerada por muchos porfesionales de la Medicina, la Salud Pública y la Epidemiología como innecesaria, poco efectiva e insegura.

Así lo manifiesta el catedrático de Salud Pública Carlos Álvarez-Dardet en un escrito para recoger firmas y que el Gobierno declare una moratoria en la aplicación de esta inmunización (un manifiesto que en poco tiempo han firmado casi 28.500 personas).

Es un fármaco muy polémico y a la población le ha llegado el mensaje. Los Centos de Control de Enfermedades de Estados Unidos, una de las mayores instituciones sanitarias del mundo, reconocen que la tasa de inmunización contra el papiloma es muy baja.

Entiendo que hay "asuntos de Estado" en los que los gobiernos pueden comprometerse pero este NO lo es. Esto es un pelotazo económico en toda regla en el que están inmersos laboratorios y gobiernos. Juntos y revueltos.

De hecho, hace algo más de un año publicamos el post Ensayan en España una nueva vacuna del papiloma llamada ProCervix en el que contamos que el Estado francés tiene participaciones por la inversión en esta vacuna.

Bueno pues en España diferentes comunidades autónomas le hacen el juego a los laboratorios y pese a que no es obligatorio aceptar este producto, envían cartas a las familias con hijas en edad de vacunar para que lo hagan. Misivas cargadas de falacias, errores e irregularidades.

Así lo está haciendo el conseller de la Sanitat de la Generalitat Valencia, Manuel Llombart, que en abril de este año pedía por carta a una familia en la que hay una niña de 12 años que "debe"vacunarse contra el papiloma, así en imperativo. La califica de "preventiva" aunque lo cierto es que no previene contra todos los tipos de virus del papiloma. E indica que es "segura" porque lo dicen las agencias euopea y española de medicamentos.

Olvida que tras exhausitvos análisis las autoridades sanitarias japonesas han dejado de recomendarla y que en Dinamrca se investigan múltiples casos de graves reacciones adversas.
Para vacunar a su hija -continúa el conseller- ustedes deben autorizar su vacunación si se la solicitan".
No. Si hay algo obligatorio aquí es que se solicite a los progenitores un consentimiento informado por escrito donde aparezcan todos los pros y todos los contras, para que su derecho a la información en asuntos de salud quede garantizado. Los padres y madres lo firmarán o no pues esto sí es voluntario.

Cita Llombart que
para conseguir una completa prevención la vacunación debe complementarse con la realización citologías periódicas".
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Lo cierto es que, en todo caso, sería la vacuna la complementaría pues las citologías no han de dejarse ya que, como explico, la vacuna deja sin protección contra numerosos tipos del virus del papiloma (existen más de 200 tipos y las vacunas supuestamente protegen contra un máximo de nueve).

Este tipo de cartas ya se enviaron en el pasado, sobre todo tras aparecer los primeros casos de graves reacciones adversas en niñas de Valencia y parar la vacunación.

Se repiten los métodos pues para reavivar un negocio que no termina de cuajar. No es cuestión de signo político pues en Andalucía ocurre lo mismo.

La Consejería de Salud envía este tipo de cartas, más escuetas y mandadas por los centros de salud -la que yo tengo fue enviada por el ambulatorio Doctor Joaquín Pece-, en las que afirman también sin rubor que estas vacunas:
"no provocan efectos secundarios importantes".
Todo esto me inspira que o las autoridades sanitarias japonesas están desinformadas (el post Cómo se ha fraguado el rechazo de Japón a la vacuna del papiloma es elocuente de que por ahí no van los tiros) o que las españolas hacen marketing del miedo y nos mienten.