El Laboratorio de Investigaciones en Zoología Agrícola (LIZoA), que funciona en el Campo Experimental de la UNNOBA, en Argentina, permite a docentes, becarios y estudiantes estudiar las plagas que más afectan a los cultivos. También posibilita criar los "enemigos naturales" que se utilizan como control biológico de esas plagas.

En rigor, los enemigos naturales están comprendidos por insectos, virus, bacterias y hongos que se alimentan de plagas y contribuyen a reducir sus poblaciones. El control biológico puede darse de manera natural o mediante el empleo intencionado de los enemigos naturales. "En este sentido, la idea es hacer una crianza de enemigos naturales, a través de métodos específicos y luego realizar una pequeña liberación a campo para observar cómo se comporta ese enemigo natural frente a la plaga", especificó a Argentina Investiga Carolina Sgarby, ingeniera agrónoma y jefa de trabajos prácticos de la cátedra Zoología Agrícola de la carrera de Ingeniería Agronómica.
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El control biológico mediante enemigos naturales presenta ciertas ventajas: no genera residuos tóxicos, no produce resistencia ni desequilibrios en el medio ambiente biológico que consiste en todos los organismos vivientes de un lugar particular, incluyendo también los componentes no vivos, los componentes físicos del medio ambiente con el cual los organismos interactuan, permite reducir el empleo de plaguicidas y contribuye a resguardar los sistemas agrícolas. No obstante, presenta ciertas desventajas: su acción es más lenta y, muchas veces, menos eficaz.

Una de las problemáticas que Sgarby estudia está asociada al uso de insecticidas: "Trabajamos en las aplicaciones de los insecticidas para evaluar qué pasa en cada parcela con los enemigos naturales y las plagas. Hacemos experiencia con insecticidas que se denominan 'de banda verde' para observar su comportamiento".

La creación de LIZoA se dio en el marco de la cátedra de Zoología Agrícola de la carrera de Agronomía de la UNNOBA. Este laboratorio cuenta con dos cámaras, lo que significa que se puede trabajar a la plaga y al enemigo natural por separado y en simultáneo. "No siempre estos organismos requieren de las mismas condiciones, suelen necesitar distintos niveles de temperatura y humedad", aclaró.

La especialista contó que en la actualidad trabajan en un proyecto de investigación llamado "Biodiversidad y demografía de Plagas y Enemigos Naturales presentes en la Provincia de Buenos Aires", el cual contempla varias líneas orientadas hacia distintas problemáticas de interés para la región. "Las líneas de investigación actuales apuntan a conocer tanto las plagas como los enemigos naturales de ellas en los cultivos de soja, maíz y alfalfa, las diversidades de áfidos o pulgones y sus enemigos naturales y la diversidad de insectos de suelo", explicó.

La chinche verde es la plaga primaria de la soja y hay dos parásitos que son capaces de controlarla. Uno de ellos ataca al huevo y es de gran eficacia: normalmente afecta al ciento por ciento de los huevos de la chinche. En tanto el segundo de los parásitos es la Trichopoda giacomelli, un insecto que parasita a la chinche verde. "La hembra deposita huevos blancos sobre el cuerpo de la chinche y de cada huevo nace una pequeña larva que se introduce en el cuerpo de la chinche. Las larvas van evolucionando hasta que una sola alcanza el estado de maduración y sale por la cavidad anal de la chinche", describió la docente. "En este procedimiento sólo algunas chinches mueren al salir el parásito del insecto, por lo que las chinches parasitadas no disminuyen su actividad ni su capacidad de producir daños en la soja pero sí logran reducir su fecundidad", planteó Sgarby.

Además de la investigación sobre las chinches, hay otros cuatro ingenieros agrónomos de la UNNOBA que realizan sus tesis de doctorado con becas de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) y cofinanciadas mediante CIC-UNNOBA.

Sebastián Mango es uno de ellos. Estudia a la chinche marrón (o de los cuernos), la cual ocasiona daños severos al maíz y llega a ocasionar el resembrado de lotes. "Mi estudio se basa en los mecanismos de defensa que tienen las plantas frente al ataque de insectos plaga, para poder disminuir el uso de productos químicos", añadió.

Por su parte, Jimena Belén Chila Covachina investiga la diversidad de formícidos (hormigas) y sus enemigos naturales. Luego de un relevamiento en varias zonas, la ingeniera determina los índices de diversidad y su abundancia en los distintos sitios para poder determinar el impacto que ocasionan en el ambiente.

La línea de investigación que desarrolla María Melisa Alberti está centrada en las malezas: "Apunto a entender el rol que cumplen las plantas que crecen de manera espontánea en los campos cultivables sobre la biodiversidad de insectos, ya sean plagas o benéficos", subrayó Alberti.

Por último, María Agustina Marcellino trabaja sobre las plagas y enemigos naturales en cultivos de soja y maíz. "La implementación del control biológico y el empleo de principios activos que afecten lo menos posible su supervivencia, constituyen alternativas de manejo para reducir el impacto ambiental de pesticidas", sostuvo la becaria. (Fuente: Argentina Investiga)