Hasta que un medicamento no lleva mucho tiempo en el mercado no se conocen bien sus reacciones adversas. Incluso con fármacos considerados seguros como el paracetamol. Hace unos días publicábamos que consumido durante el embarazo y los síntomas del autismo y la hiperactividad en niños. Lo que leo ahora es que este eficaz y popular tratamiento para el dolor no sólo nos inhibe de nuestro propio dolor sino del ajeno...
Paracetamol
Quién iba a decirlo. Yo cuando siento un dolor fuerte, de los que no puedes soportar, en ocasiones tomo paracetamol. Lo que no he notado es que el dolor ajeno me resulte ajeno, valga la redundancia. Pero es así. Vaya que lo que el investigador Baldwin Way nos cuenta es que el acetaminofeno, principio activo más conocido como parecetamol, reduce la empatía.

Los investigadores de la Universidad de Ohio encontraron, por ejemplo, que cuando los participantes en el estudio tomaron paracetamol y tuvieron noticias sobre las desgracias de los demás experimentaron menos dolor y sufrimiento en comparación con aquellos que no tomaron analgésicos.

Puede parecer anecdóctico pero como también os he contado, el último estudio anual publicado por el Sistema Nacional de Salud en España expone cuáles son los medicamentos más consumidos. El fármaco situado en segundo lugar es el paracetamol con 32 millones de envases vendidos en 2013, último año del que se tiene datos completos.

El paracetamol nos quita todos los dolores, los sociales también.

Tylenol
Dominik Mischkowski, especialista en Psicología social y profesor en Ohio, que ha trabajado en este asunto con Way, nos cuenta que el acetaminofeno es el ingrediente principal del analgésico Tylenol, el medicamento más común en los Estados Unidos y se encuentra en más de 600 fármacos.

Cada semana alrededor del 23 por ciento de los adultos estadounidenses (unos 52 millones de personas) utilizan un medicamento que contiene acetaminofeno.

En un estudio anterior, Way y otros colegas encontraron que el paracetamol también embota las emociones positivas como la alegría. Todo esto nos sugiere que, como siempre explico, los medicamentos hay que consumirlos el menor tiempo posible a la dosis lo más ajustada posible.

Y por ahí pueden venir los problemas. La empatía es muy importante. Una sociedad llena de personas que comprenden los problemas de los demás es una sociedad con más calidad que otra en la que miles de personas estén alienadas con respecto al sufrimiento ajeno.

Las discusiones y asuntos familiares son más difíciles de resolver en hogares en los que se consume con regularidad fármacos con acetaminofeno. Es lo que vienen a contar Way o Mischkowski. Y sólo es un ejemplo, imaginad cuántas situaciones pueden complicarse o crearse por los efectos de estos tratamientos.

Los investigadores llevaron a cabo dos experimentos. El primero con 80 estudiantes universitarios. Al principio, la mitad de los estudiantes bebían un líquido que contiene 1.000 mg de paracetamol, mientras que la otra mitad bebió una solución de placebo (que no contenía fármaco). Los estudiantes no sabían en qué grupo estaban.

Después de esperar una hora para que el medicamento surtiera efecto, los participantes leyeron ocho relatos cortos en los que una persona sufrió algún tipo de dolor.

Por ejemplo, una de las escenas era de una persona sufrió un corte de cuchillo que llegó hasta el hueso y otro era sobre una persona que experimenta la muerte de su padre.

Los participantes clasificaron el dolor de cada persona en los diferentes escenarios y la cantidad de protagonistas de esos relatos cortos que fueron heridos.

En general, los participantes que tomaron paracetamol consideraron el dolor ajeno de manera menos grave que aquellos que tomaron el placebo.

Curioso fue también el segundo experimento, hecho con 114 estudiantes universitarios. A los participantes se les sometió al ruido de cuatro explosiones bastante fuertes y se les pidió que clasificaran ese ruido desde no desagradable a muy desagradable. Tuvieron entonces que imaginar cuánto dolor causarían las explosiones en otro participante anónimo.

Los resultados mostraron que, en comparación con aquellos que tomaron el placebo, los participantes que tomaron paracetamol clasificaron las explosiones de ruido como menos desagradables para ellos mismos y también pensaron que sería menos desagradables para los demás.

La falta de empatía puede verse a menudo al observar las reacciones de los demás. Cuando una persona está principalmente centrada en sí misma, en satisfacer sus deseos y en su propia comodidad, no se preocupa por lo que los demás puedan estar sintiendo y no tiene una respuesta empática ante ellos, comenta Ana Muñoz, experta en motivación.

A veces, pienso que o estamos tan tan bien informados que hemos perdido capacidad de empatía, de sensibilidad social.

O tal vez es que vivimos en una sociedad donde la gente es cada vez menos empática (según un estudio de la Universidad de Michigan, que cita Muñoz, los niveles de empatía de estudiantes universitarios cayeron un 40% entre el año 2000 y el 2010).

Lo cierto es que los estudios que hemos comentado nos dan apuntes sobre el problema social que puede representar el abuso de "fármacos anti empáticos".