Existe al menos un 63% de probabilidad que en la Bahía de San Francisco de EE.UU. ocurra un sismo igual o mayor de 6,7 grados antes del año 2023, según al equipo de Sismología de la Universidad de California en Berckeley, y cuando llega el mes de septiembre, se alza la alerta ya que la falla de San Andrés al este de Los Ángeles se muestra cada año más estresada en esta temporada.
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La preocupación de la llegada del llamado Big One como apoda el Servicio de Geofísica de Estados unidos (USGS) al próximo mega terremoto en esta zona, aumentó luego de los sismos registrados en México, de 8,1 y de 7,1 grados Richter el 8 y 18 de septiembre, que ya se cobraron más de 350 vidas.

El estudio presentado en junio por los sismólogos de Berckeley, señaló que los terremotos extremadamente grandes pueden accionar otros terremotos grandes a miles de kilómetros de distancia. "Un sismo de magnitud 8,6 que ocurrió en el Océano Índico en 2012 desencadenó 16 terremotos mayores de magnitud 5,5 en todo el mundo".

Ellos estimaron que para la falla de San Andrés este sería quizás un mayor riesgo que los efectos del flujo y reflujo de las mareas oceánicas (de los cuales la Luna tiene influencia).

La llegada de septiembre y los terremotos de México aumentaron la conciencia que el desastre en la zona es inminente, aunque en realidad no se sabe cuando ocurrirá. De todas maneras llegará, y es mejor seguir las instrucciones, en caso contrario el equipo USGS ilustra el siguiente escenario:
Imaginemos por un minuto que sabemos dónde, cuán grande y cuándo ocurrirá un terremoto. Usted podría pensar que sería bueno porque entonces podría dejar el área de antemano y luego regresar después del terremoto. Pero centrarse sólo en evitar un terremoto no aborda la mayoría de los efectos de la sacudida. A medida que vuelva a su casa, probablemente vería edificios dañados y colapsados ​​y puentes, tuberías rotas y líneas eléctricas rotas y restos quemados por el fuego. Al entrar en su casa, se tropieza con las estanterías derribadas, los cristales rotos de los espejos que ya no están en las paredes y el contenido de los gabinetes de cocina en pilas en el suelo.
Estar preparados para el Big One, según el equipo de Berckeley es revisar los puntos de riesgo en la propiedad en que se vive, identificar los lugares mejores para protegerse, y tener una mochila a mano con todos los utensilios necesarios para un tal evento, y de seguro una radio a batería para mantenerse comunicado. Si no lo ha hecho es mejor pensarlo antes que sea tarde.

La falla de San Andrés tiene un aumento de terremotos de baja intensidad con algunos mayores de 2 grados Richter a fines de verano e inicios de otoño, pero la mayoría de las personas no los siente.

Como las cuencas demuestran estar afectadas cada vez más por la agricultura de la región, el estrés en las fallas de San Andrés también aumenta, advierte el equipo científico.

"No es que todos los terremotos ocurran en septiembre. No hay una temporada de terremotos", aclara Roland Bürgmann, profesor de ciencia terrestre y autor principal del informe:"Todo depende de los detalles de la carga, la ubicación de la falla y la geometría de la falla".

Probabilidad para la Bahía de San Francisco

El Servicio de Geofísica de Estados Unidos (USGS) explica que la zona de las fallas de San Andrés comenzó a moverse hace 28 a 30 millones de años. Se ha deslizado 300 a 350 km. Esta zona corresponde a la frontera de laplaca tectónica del Pacífico en el lado oeste y la placa norteamericana en el lado este. Los terremotos en México recientes, según comentarios no oficiales, afectaron la placa norteamericana.

La principal falla de San Andrés se extiende de norte a sur acompañada de numerosas sub fallas que forman bloques y bordes bloqueados entre sí. Su movimiento anual en conjunto es de unos 50 mm al año. Cuando la falla no se mueve va acumulando estrés, que significa un gran terremoto.

Hay evidencias de 12 terremotos en el pasado en la subfalla Hayward que pasa por una zona densamente poblada de San Francisco, y el último fue de alrededor de 6.9 grados en 1868. La falla aquí se ha movido la mitad de la tasa de deslizamiento que debería tener, "por lo que el estrés se está acumulando". El promedio de cada terremoto es 140 años, y ya han pasado 170.

También la vecina falla Maacama, al este, como se ve en el dibujo, tiene gran probabilidad que ocurra pronto un nuevo terremoto.

En las montañas Santa Cruz se registraron 3 terremotos en promedio cada 70 años entre 1838 y el último en 1906, pero se sabe que antes tuvo un período de 500 años tranquilo.

La Costa Norte de la Falla de San Andrés que está al norte de San Francisco, tiene un promedio de 200-300 años.

Probabilidad al Sur de California

Sólo hay dos grandes terremotos históricos bien conocidos, en 1857 y 1812, pero existieron muchos más.

Desde Palm Springs hasta el mar de Salton, los terremotos ocurren cada 200-300 años. El más reciente ocurrió hace unos 300 años.

En Wrightwood, se han registrado 29 terremotos en los últimos 3000 años."Es probable que tenga un gran terremoto en un futuro no muy lejano", destaca USGS.

En la montaña Frazier se registran 9 terremotos grandes en 1000 años, incluyendo uno en 1857, de 7,9 grados.

El mayor peligro

La Universidad de Berkeley destacó en el siguiente vídeo que la tensión que se ejerce en las placas que causan los terremotos de California cambia de mes a mes en la medida que cambia la carga de agua en las montañas que rodean el Valle Central.

"En particular, la falla de San Andrés ve el pico de estrés en pleno verano y el inicio de otoño", concluye el informe.


Siendo el agua un factor de estrés muy importante, los científicos registraron su nivel de almacenamiento de desde 2006 hasta 2014 y encontraron que las lluvias de invierno empujan las montañas de California hacia abajo, mientras que la escorrentía de verano y el deshielo les permiten reformarse.

En la siguiente animación el azul representa una carga de agua superior a la media, mientras que el rojo es inferior al promedio.


"En el Valle Central, el almacenamiento de agua ha ido disminuyendo continuamente debido a la agricultura a gran escala. El cambio estacional en la masa deforma la corteza y los cambios de tensión asociados modulan la sismicidad regional", destacó el equipo.