Un estudio de la Universidad Anglia Ruskin, y del Centro de Investigación Ames de la NASA en California propone que la investigación ayudará en la predicción del riesgo sísmico a corto plazo.
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Un grupo de científicos internacionales analizaron cómo cambió el comportamiento de los animales salvajes antes de un terremoto en 2011 en Perú y sugirieron que los sismos de importancia pueden predecirse.

Durante el período anterior al gran sismo, además advirtieron un hecho que les llamó la atención, que podría estar relacionado: un importante aumento de iones en el aire del área terrestre afectada.

Los investigadores analizaron los datos de una serie de cámaras localizadas en el Parque Nacional Yanachaga en Perú, y encontraron que 23 días antes de un terremoto de 7,0 grados Richter, se detectó un importante cambio en el desplazamiento de los animales, informó la Dra Rachel Grant, profesora del departamento de Biología Animal y Ambiental de la Universidad Anglia Ruskin.

Junto con el profesor Friedemann Freund, del Instituto de Investigaciones de Inteligencia Extraterrestre (SETI), y del Centro de Investigación Ames de la NASA, lideraron un discutido estudio dado a conocer por la academia el 25 de marzo de 2015.

Ellos observaron que en un día típico, las cámaras de la selva grababan entre 5 y 15 avistamientos de animales, sin embargo, en el período de 23 días previos al terremoto, registraron sólo cinco o menos.

Más adelante se asombraron cuando en "cinco de los siete días inmediatamente antes del terremoto, no se registraron en absoluto movimientos de los animales, lo que era increíblemente inusual para esta región de selva montañosa", señala su reporte.

Además dos semanas antes del gran sismo, comenzaron a detectarse perturbaciones en la ionosfera por encima de la zona que rodea el epicentro. Estas se revelaron mediante el registro de las ondas de radio de muy baja frecuencia (VLF) alteradas.

El terremoto de Perú de magnitud 7.0 ocurrió el 24 de agosto de 2011 a las 17:46, hora UTC, con un epicentro a 147 km de profundidad que golpeó una zona a 64 km al este de Contamana, y 81 km al norte de Pucallpa.

Al igual que el profesor Jean-Pierre Raulin, del Centro de Radioastronomía y Astrofísica Mackenzie (CRAAM) en Brasil, quien también participó en el estudio, los profesores Grant y Freund, afirman que "una fluctuación particularmente grande (de iones) se grabó ocho días antes del terremoto, coincidiendo con la segunda disminución significativa en la actividad de los animales".

"Por lo que sabemos, esta es la primera vez que las cámaras han documentado este fenómeno antes de un terremoto", dijo la profesora Grant.

"Los resultados son particularmente interesantes ya que también encontramos evidencia de alteraciones en la ionosfera en el área donde se produjo el terremoto. Creemos que ambas anomalías se deben a una sola causa: una actividad sísmica causada por una acumulación de tensión en la corteza terrestre, lo que lleva - entre otras cosas - a la ionización masiva del aire", concluyó la especialista.

El profesor Freund explicó que cómo las cámaras que hicieron los registros de la ionización se encontraban en una loma a una altitud de 900 metros, es probable que la ionización "fue particularmente fuerte".

Por esta razón supuso que "los animales se escaparon hacia el valle, donde eran expuestos a menos iones positivos del aire".

Se conoce que cuando las rocas profundas bajo la Tierra son sometidas a un aumento de las tensiones durante la preparación previa a un sismo, se generan grandes cantidades de iones en la superficie de la Tierra.

"Con su capacidad aguda de percibir su entorno, los animales pueden ayudarnos a entender los cambios sutiles que se producen antes de los terremotos. Estos cambios, que ahora se pueden medir, se expresan de muchas maneras diferentes en la superficie de la Tierra y sobre ella", concluyó el científico.

Los autores piensan que los iones positivos en el aire generarían efectos secundarios desagradables en animales y en los humanos, como el 'síndrome de serotonina'.

Este síndrome se refiere a "un aumento en los niveles de serotonina en el torrente sanguíneo, que puede conducir a síntomas tales como inquietud, agitación, hiperactividad y confusión. Por lo tanto se puede esperar que la inyección de iones positivos en el aire de la atmósfera de la Tierra, antes de la importante actividad sísmica, tenga un profundo efecto en mamíferos y aves, en particular en los que viven en el suelo y en las madrigueras. Al mismo tiempo, si este proceso se produce en una escala masiva y en un área amplia, la ionosfera puede verse afectada", concluyó la investigación.

"Esperamos que nuestro trabajo estimule nuevas investigaciones en esta área, lo que tiene el potencial de ayudar con la predicción del riesgo sísmico a corto plazo", destacó la Dra. Grant.

Respuestas al estudio

De acuerdo a la página oficial de análisis de terremotos del Servicio de Geofísica de Estados Unidos (USGS), estudios previos confirman que textos griegos del año 373 a.C. mencionan anécdotas de animales exhibiendo comportamientos extraños antes de un gran terremoto.

Historiadores han registrado numerosos eventos que incluyen diversos tipos de animales, incluyendo aves, peces e insectos, que escapan de sus hogares.

Según el equipo de geólogos estadounidenses, se debe fundamentalmente a que son capaces de detectar ondas sísmicas imperceptibles para el ser humano, que suceden antes de un sismo mayor.

En cuanto a percibir terremotos semanas antes, por ahora rechazan tal posibilidad, ya que ellos al menos no han registrado eventos que puedan considerarse relevantes antes de un terremoto.

Sin embargo en un reporte publicado por Smithsonian el 10 de agosto de 2016, Michael Blanpied, coordinador asociado del Programa de peligros sísmicos del USGS, dice que en realidad "la agencia no descarta abiertamente la posibilidad de actividad animal como predictor. Es solo que el USGS no ha recibido muchos fondos para tales estudios, y no es probable que los lleve a cabo por sí mismo".

En cuanto a los sismos previstos minutos antes de un gran sismo sostiene firmemente que al menos por ahora sí pueden afirmar que "es cierto que los animales pueden sentir un terremoto, por lo general solo unos minutos antes que los humanos".

"El momento más probable para tener un gran terremoto es después de un pequeño terremoto", explica, considerando que los animales pueden sentir los múltiples pequeños sismos antes de un terremoto grande.

"Pero - advierte Blanpied -incluso sabiendo que los pequeños temblores engendran otros más grandes no es de mucha ayuda. Un terremoto no les da a los científicos la capacidad de saber exactamente cuánto tiempo pasará hasta el próximo, o incluso dónde tendrá su epicentro. El seguimiento de los terremotos no es una tarea fácil dado que la Tierra experimenta millones al año, muchos de los cuales apenas se notan".

Mascotas que desaparecen

Lo interesante que el equipo de Smithsonian reporta es la evidencia que presentó Jim Berkland, un geólogo del área de la Bahía de San Francisco, quien se popularizó al anticipar con precisión el terremoto de Loma Prieta en el norte de California en 1989, basándose en la gran cantidad de mascotas que habían escapado de sus casas.

"Él demostró que una cantidad mayor a la habitual de mascotas domésticas figuraba como desaparecida en la semana anterior al terremoto de 6.9 grados de magnitud", señala Smithsonian.

¿Pueden entonces los animales predecir los terremotos?