Un informe publicado en el Journal of Sexual and Relationship Therapy argumenta que los psicoterapeutas deben prepararse para un aumento en el número de "clientes que participan en digisexualidades".
"Es seguro decir que ya ha llegado la era del sexo virtual de la inmersión", apuntó el profesor Neil McArthur, coautor del estudio y director del Centro de ética profesional y aplicada de la Universidad de Manitoba (Canadá).
McArthur apuntó que, en el futuro, muchas personas formarán una intensa conexión con sus robots sexuales, dado que estos estarán hechos a medida para satisfacer sus deseos y hacer cosas que los compañeros humanos posiblemente no harían.
Comentario: Cabe agregar que existe una razón por la cual es saludable que un compañero no haga ciertas cosas. Vivir en una realidad en la que existen limites a nuestros deseos nos enseña a desarrollar la empatía. Sin límites no sólo nos alejaremos los unos de los otros, sino que además sacrificaremos la capacidad de conectarnos con otros seres humanos de forma saludable.
"Por esta razón, un número significativo de personas utilizará probablemente robots como su principal modo de experiencia sexual", aseguró el profesor.
En los últimos 10 años, la industria de los robots sexuales ha dejado de ser algo 'para unos pocos'. En Europa, por ejemplo, se inauguró el primer burdel de muñecas sexuales, mientras que las empresas asiáticas que fabrican 'robots de consuelo' ganan hasta 200.000 dólares al mes.
McArthur consideró que las pautas para orientar a las personas a tomar decisiones informadas con respecto a la participación en actividades basadas en la tecnología de cualquier tipo, principalmente las de naturaleza sexual, son escasas y distantes.
"Es imprescindible una estructura para comprender la naturaleza de la digisexualidad y cómo abordarla", concluyó McArthur.
Comentario: La naturaleza de la llamada digisexualidad es inhumana, y suena bastante peligrosa abordarla en absoluto. Es una triste señal de los tiempos que existan personas dispuestas a reemplazar el tacto y el amor humano por el frío y vacío contacto con un robot, sólo con el fin de satisfacer sus deseos sexuales. Cabe agregar que tornar a un robot para explorar estos deseos y darles rienda suelta, no representa una exploración interior de los mismos, sino todo lo contrario: representa una huida de lo valioso que todos podemos obtener al interactuar con el resto de la humanidad.