Son muchos los estudios que han probado el poder de la música en nuestro cerebro: capaz de relajarnos, animarnos, concentrarnos. Una canción que siga un ritmo semejante al latido del corazón puede resultar más eficaz que el midazolam, uno de los ansiolíticos más empleados en cirugía, razón por la que en los quirófanos de medio mundo suenan desde principios del siglo pasado el jazz, el rock o la música clásica, según recogió un artículo de la Bristish Medical Journal.
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La música puede para controlar la presión arterial y la salud del corazón, como advierte un estudio de la Sociedad Europea de Cardiología. Hay canciones que pueden llegar a ser tan relajantes que, como ocurre con los tranquilizantes, deberían estar prohibidas al volante. Es el caso de Weightless, de Marconi Union. Un estudio de Radox Spa con la empresa de neuromarketing Mindlab International liderado por el doctor David Lewis-Hodgson llegó a la conclusión de que este tema es hasta un 11% más calmanteque cualquier otro de la selección, entre los que se encontraban canciones de Coldplay o Adele. En los ocho minutos que dura Weightless los niveles de estrés y ansiedad de los participantes en el experimento descendieron hasta un 65%, y eso que debían escucharla mientras trataban de resolver puzzles de alta dificultad.

No es casualidad: para componer este tema el trío de británico contó con la ayuda de neurólogos y terapeutas y la partitura se diseñó específicamente para que "la melodía, los ritmos y los bajos ayudaran a bajar el ritmo cardiaco, reducir la presión sanguínea y los niveles de cortisol, la hormona del estrés", según han explicado los responsables del estudio. Para ello acompasaron la canción a 60 beats por minuto (BPM), lo que consigue reducir el ritmo cardiaco hasta ponerse al nivel de las ondas alfa del cerebro. Si le da al play y la escucha durante al menos cinco minutos -el tiempo que necesita su cuerpo para acompasarse con la canción- no nos hacemos responsables de que acabe dormido en el escritorio:

Una vez se ha recuperado del sopor ya está dándole vueltas a cómo emplear este arma invencible, por ejemplo, con ese bebé que no para de llorar. Podría funcionar, pero mientras llega la hora de dormir tenemos algo mejor. Los psicólogos Caspar Addyman y Lauren Stewart, de la Universidad de Londres (Reino Unido), han creado junto a la cantante Imogen Heap (ganadora de un premio Grammy en 2010 por el álbum Ellipse) la primera canción compuesta científicamente para "provocar la felicidad y la risa en bebés de 6 a 24 meses", cuentan sus autores. Se titula The happy song (La canción feliz, bajo estas líneas) y la han probado con 56 niños, monitorizando sus reacciones. Aseguran que ha funcionado.