Las autoridades de Indonesia elevaron este domingo a 844 la cifra de muertos por los sismos y el tsunami que sacudieron la islas de Célebes el viernes pasado, mientras que los cuerpos de rescate y las víctimas se enfrentaban a escasez de recursos, apagones y una amplia destrucción.
Tras el movimiento telúrico, la escasez de gasolina y alimentos es evidente.
© AFPTras el movimiento telúrico, la escasez de gasolina y alimentos es evidente.
El portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, señaló en Yakarta que 833 personas habían muerto en Palu y las restantes 11 en el distrito de Donggala.

Según Sutopo, aunque continúan cortadas las comunicaciones con Donggala, han podido recibir informes sobre esas muertes. Así, el nuevo balance casi duplica el entregado el sábado, de 420 muertos.

Las autoridades temen que el balance final sea mucho más alto, pues gran parte de la región afectada sigue siendo inaccesible. Decenas de agencias humanitarias y de oenegés ofrecieron su ayuda para dar asistencia al país, pero el envío de ayuda a la zona resulta complicado porque numerosas carreteras están cortadas y los aeropuertos dañados.
"El número de fallecidos seguirá aumentando", señaló el responsable. "Hoy (este domingo) comenzarán los entierros masivos de las víctimas, para evitar que se propaguen enfermedades", añadió.
Al listado oficial de fallecidos hay que sumarle 540 hospitalizados y 16.732 desplazados, todos víctimas de una catástrofe que comenzó con un sismo de 6,1 grados al que el siguió, tres horas después, un terremoto de 7,5 grados en la escala Ritcher y un inesperado tsunami.

"Es muy duro", contó Risa Kusuma, una madre de 35 años que mecía a su niño febril en un centro para refugiados de Palu. "La ambulancia trae nuevos cadáveres cada minuto. No hay mucha agua y se saquean las tiendas en todas partes", afirmó.

El portavoz de la agencia de desastres informó que cinco de los 71 extranjeros que se encontraban en Palu el viernes están desaparecidos: tres franceses, un surcoreano y un malasio.

En Palu, capital de la provincia de Célebes central y la zona más castigada por el tsunami, junto con Donggala, la oscuridad es generalizada en horas de la noche por los cortes en la red eléctrica. Las pocas luces dejan ver casas completamente derruidas y objetos que arrastraron las olas.

Entre estos se destaca un barco pesquero que quedó varado junto a la carretera de acceso a la ciudad desde Poso, situada al este de Palu y otra de las más pobladas de Célebes central.

En el tramo de esta vía que conecta la capital provincial con la bahía de Tomimi a través de las montañas, automóviles, motocicletas, ambulancias y grúas intentan avanzar en una carretera estrechada por las avalanchas, lo que retrasa durante horas la llegada de provisiones y ayuda.

La escasez de gasolina y alimentos quedó evidenciada ayer con saqueos en gasolineras, donde las filas alcanzan los centenares de personas.

Los equipos de rescate empezaron ayer a sacar supervivientes de entre los escombros del interior del hotel Roa Roa de Palu, donde se estima que entre 50 o 60 personas quedaron atrapadas, una operación dificultada por la falta de maquinaria pesada.

El presidente de Indonesia, Joko Widodo, llegó ayer a Palu para reunirse con las autoridades y visitar hospitales y la playa de Talise, donde el tsunami se llevó a su paso las estructuras y vehículos de la costa y llegó hasta una mezquita.

"Las carreteras están cortadas, no es posible utilizar toda la pista de aterrizaje del aeropuerto, la electricidad está medio muerta y hay escasez de carburante. Espero que la población sea paciente. Estamos trabajando en esto juntos", escribió Widodo en Twitter.

El aeropuerto de Palu reabrió ayer a vuelos comerciales, aunque avisó que se dará prioridad a la ayuda humanitaria.

Ayer, el papa Francisco invitó a rezar por los fallecidos, por los heridos y por todos los que han perdido sus casas, tras el tradicional rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro. Además, la Unión Europea concedió 1,5 millones de euros en ayuda humanitaria de emergencia.