El volcán de Yellowstone experimentó en verano de 2017 un fuerte terremoto con más de 2.500 temblores subterráneos. Se convirtió así en uno de los sismos más fuertes y duraderos a lo largo de la historia de observaciones del supervolcán.
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Las series de sismos son un fenómeno típico para la zona que sufre temblores constantemente. No obstante, el caso de 2017 fue particularmente grave, si bien las causas del proceso no se conocían.

Los temblores empezaron cerca del límite occidental del parque nacional de Yellowstone y duraron desde junio hasta principios de octubre. Una vez acabado el terremoto, los científicos se encargaron de compilar datos para analizarlos y determinar la causa del desastre.

Ahora los especialistas del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) afirman haber dado con la causa principal.

El sismólogo David Shelly indicó que los datos obtenidos durante el terremoto de 2017 proporcionaron una información amplia y detallada de la que los científicos no habían dispuesto antes. Los expertos lograron estudiar numerosos temblores y componer un mapa.

Al analizar los datos, el equipo científico reveló que el fenómeno parecía estar vinculado con las aguas subterráneas que se filtran a través de las pequeñas brechas.

El líquido se desplaza debajo de la superficie terrestre y cambia la estructura de las brechas. Las series de terremotos suelen ocurrir cerca de los volcanes, dado que las emisiones de magma van acompañadas de la liberación de agua.

El agua dentro de la corteza terrestre está bajo una gran presión. Una vez liberada, entra en contacto con las rocas frágiles, relacionadas con los procesos sísmicos, y, como consecuencia, puede romperlas provocando terremotos.

A pesar de la magnitud de los temblores del 2017, Shelly descartó que estos sean prueba de la próxima erupción.