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Actualmente una de cada cinco mujeres en EE. UU. finaliza su edad fértil sin tener un hijo, según las estadísticas de la Oficina del Censo. En la década de los setenta la cifra era de una de cada 10 mujeres. Este índice está relacionado solo en parte con problemas de salud.
Entre las que optan intencionalmente por no tener hijos, la mayoría tiene educación superior y títulos de grado, según los datos de la institución estadounidense investigadora, Pew Research Center.
Más y más mujeres por todo el mundo hoy en día deciden que no quieren ser madres. Aseguran que en realidad la felicidad no debe incluir necesariamente 2,5 hijos, una casa en los suburbios, una mascota y una cerca blanca de madera. Argumentan que la gente con niños a menudo se queja sobre su modo de vida y tiene una historia casi diaria de cómo sus hijos les han estresado de algún modo.
Los científicos en su mayoría confirman que tener hijos a menudo tiene un impacto negativo en la sensación de felicidad. "Tenemos una creencia cultural de que los hijos son una llave para la felicidad y la vida sana, y resulta que no es así (...).
En padres de todos los niveles sociales y económicos en EE. UU. se registran más síntomas de depresión y angustia emocional que en sus coetáneos sin hijos", afirma un grupo de especialistas del Departamento de Sociología de la Universidad Wake Forest (Carolina del Norte) que se dedica a investigar la asociación entre paternidad y bienestar emocional. Su conclusión está basada en observaciones realizadas sobre 11.473 estadounidenses de todas las etnias y de todos los niveles sociales, económicos y educativos.
Estos resultados no son una novedad. Ya hace cinco años Daniel Gilbert, profesor de Psicología de la Universidad de Harvard, señaló en su libro
Stumbling on Happiness que los niños dan a los adultos muchas cosas, pero "un incremento en la felicidad diaria probablemente no estará entre ellas". En su obra presentó un resumen de varios estudios en este sector que demuestran que los padres son menos felices cuando se comunican con sus hijos que cuando comen, miran la tele o hacen deporte.
Especialistas de la Universidad Wake Forest aseguran que existe también otro problema: la satisfacción maternal se reduce después del nacimiento del primer hijo y con el tiempo sigue disminuyendo. Expertos del Instituto Max Planck de Investigaciones Demográficas (Rostock, Alemania), basándose en los sondeos realizados sobre 200.000 personas en 86 países del mundo entre los años 1981 y 2005, coinciden con sus colegas estadounidenses.
Sin embargo, acentúan que con la edad el estado emocional de los padres cambia. Cuando son mayores de 40 años, por más hijos que tengan, más felices son. Los expertos del Instituto argumentan que cuando los niños maduran pueden hacerse una fuente de apoyo para sus padres y, en todo caso, requieren menos cuidados y causan menos estrés.
Sin embargo, la mayoría de los psicólogos precisa que, aunque conforme crecen los niños el estrés cotidiano para los padres reduce, las preocupaciones aumentan. Si a una edad temprana la preocupación principal de los genitores es el bienestar físico de su crío, con el tiempo llegan otro tipo de temores: drogas, pandillas, estudios fallidos y muchos otros.
Ser padres lleva consigo también problemas de carácter material. En la mayoría de los casos el nacimiento de un hijo hace problemático para una mujer avanzar en su carrera y conservar sus ganancias. Además, criar a un niño no es barato. Según la cifra oficial del Gobierno estadounidense, el coste promedio de criar a un hijo desde su nacimiento hasta la edad de 17 años es de 222.360 dólares (para los nacidos en 2009, en los precios del mismo año). Esta suma incluye comida, vivienda, transporte, ropa, asistencia médica, educación, niñera y otros gastos.
Lógicamente, la cifra varía según el país, pero las tendencias generales son las mismas. Según la cifra oficial, un 30,5% de las mujeres en Rusia que toman la decisión de esperar a tener hijos lo hacen por no estar seguras de su futuro. Un 20% se ve obligado a hacerlo por tener problemas con la vivienda y un 9,5% no se atreve a tener un niño porque cree que es demasiado caro. No es casualidad que en las épocas de inestabilidad económica la natalidad disminuya drásticamente.
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