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Asamblea en la Puerta del Sol de Madrid "Estamos indignados porque no nos representan. Sólo se mueven por los grandes mercados y el poder financiero y no nos tienen en cuenta para nada", protesta Rafa Martín, agente de ventas de 60 años sin trabajo.

Martín y su amigo Manel Pérez, ingeniero de 55 años, se encuentran la soleada mañana de miércoles frente al parque de la Ciutadella de Barcelona, donde se ubica el Parlamento catalán, para mostrar su descontento y unirse a un intento de bloqueo a los diputados que vienen a votar unos nuevos presupuestos plagados de recortes a programas sociales.

Ambos forman parte de un movimiento autodenominado 15-M, que, repitiendo algunas de las consignas de las recientes revueltas árabes, sigue la ola creada en 2008 por Hordur Tofardson, precursor de un movimiento islandés al sentarse ante el parlamento de su país como señal de protesta, y por la estela del popular manifiesto del nonagenario Stephen Hessel "¡Indignaos!".

El pequeño gran libro del diplomático francés, redactor de la Declaración Universal de los Derechos humanos en 1948 y que ahora cuestiona el desmantelamiento del estado benefactor, cuenta ya con más de 1,5 millones de ejemplares vendidos. Sus planteos encajan bien en una España donde crece la indignación con la clase política, la crisis económica internacional y un desempleo que supera el 20%.

Las perspectiva de los jóvenes son casi nulas y se habla de una generación "ni-ni" (ni estudio, ni trabajo), incapaz de emanciparse a veces hasta los 30 años.

Frustrados con su situación y con el hecho de que el dinero público sirve para rescatar financieramente a países como Grecia o Portugal, los españoles se echaron a la calle el pasado 15 de mayo y decidieron acampar día y noche en las plazas de sus grandes ciudades. Bajo sus carpas, crearon grupos de trabajo donde se trataron temas del día en materias como inmigración, ciudadanía, vivienda, empleo, salud, cultura, medio ambiente, economía y educación, y se formaron comisiones de comunicación, información, legales y de actividades por barrios. Una pequeña república de toldos a la intemperie.

Tofardson hablará el próximo sábado en la ya parcialmente desalojada Plaza Cataluña, convertida durante un mes en base reivindicativa ante las instituciones públicas. Lo mismo sucedió en la Plaza del Sol en Madrid, la Plaza del Ayuntamiento en Valencia y tantas otras a lo largo y ancho del país.

Lo hará en asamblea, previo a la manifestación internacional del día 19, un llamado mundial a ocupar nuevamente las plazas bajo el lema "19june‥globalrevolution" (19 de junio-Revolución Global) que es la siguiente gran cita de un movimiento que intenta, tras casi 30 días de denuncias pacíficas en los centros neurálgicos urbanos, reconducir sus propuestas hacia los barrios.

"El movimiento no acaba aquí", proclama Benito Medina, hostelero de 28 años, integrante de la comisión de información de Barcelona, que lamenta que "algunos parásitos" se hayan hecho fuertes en la plaza últimamente.

"El poder es del pueblo y es la base donde debe empezar la política", expresó. "El movimiento ahora se está extendiendo por los barrios, donde la gente puede acudir una vez por semana a las asambleas vecinales para proponer ideas y promover la participación política y el dialogo intergeneracional. Involucrarse desde lo micro a lo macro".

Visiblemente cansados tras 30 días de movilización en el mismo lugar donde el pasado 27 de mayo la policía catalana cargó brutalmente contra los manifestantes, causando más de un centenar de heridos, Medina y su compañera de batalla, Mireia Batlle, maestra de música de 24 años, mantienen el optimismo.

"No me gusta esta sociedad que no refuerza el desarrollo de las personas y no atiende a sus necesidades", explica Batlle. "Pero espero un futuro mejor porque ahora hemos aprendido a relacionarnos y construir, a sentir nuestra propia fuerza. Aunque nos equivoquemos, seguiremos aprendiendo y marcando un nuevo camino, con ilusión y fe".

Fe es la que muestra también Héctor, escritor y editor de 38 años, integrante de la comisión internacional y que, pese a la decisión mayoritaria de abandonar Plaza Catalunya, sigue atrincherado en el epicentro barcelonés.

"Hemos decidido quedarnos porque en horario nocturno es cuando estamos en contacto con movimientos en América Latina y el Sudeste Asiático. Intercambiamos contenidos con las ramas de DemocraciaRealYa en Argentina, México, Colombia y Uruguay, y las acampadas de Distrito Federal, Quito, Buenos Aires y Nueva York".

Héctor, quien prefiere ocultar su apellido "para no promocionarme profesionalmente", explica que ha dado charlas en América Latina y, tras cumplir una beca en México D.F., regresó a España, donde no consigue trabajo y comparte un piso precario con unos compañeros.

"Estoy indignado porque no hay empleo para nadie, indignado con los desahucios por culpa de las hipotecas y por la violencia hacia los movimientos sociales, aquí y en la China".

Entre sus objetivos están el de "crear un ente paralelo al sistema donde prime la comunicación y se consensúen objetivos comunes a nivel internacional".

Su plan de acción: "Vamos a montar una comisión ambulante que viaje por Europa y recoja las voces de sus pueblos, redactaremos nuestras propias notas sin reescribir lo que dicen otros, intentaremos que la gente tome conciencia y ponga sus ideas y su corazón a andar para recuperar lo que nuestros abuelos tanto lucharon por conseguir (los programas sociales y otros beneficios que están siendo eliminados). No sé si el futuro será mejor, pero al menos será más digno".

A ese grito por la dignidad se han unido este miércoles Héctor y Martín, que al final contemplan cómo los diputados alcanzan el parlamento catalán mediante un fuerte cordón policial tras nuevas cargas (otros 40 heridos), mientras el presidente de Cataluña, Artur Mas, debe recurrir a un helicóptero.

"No sé si derrotaremos al capitalismo. Podemos luchar y perder, pero si no luchamos estamos perdidos", afirma Martín. "Hemos de tomar conciencia individual contra el consumismo. Los que mandan nos han impuesto su miedo, cuando debería ser al revés. Yo estoy contento porque después del brutal desalojo del día 27, volvimos a tomar pacíficamente la plaza, y ese día sentí que habíamos ganado".

Otras voces más conocidas, como el catedrático de economía Vicenç Navarro, el economista y activista Arcadi Oliveres o los cantantes Manu Chao y Joan Manuel Serrat, también han respaldado en los últimos días unas protestas ya inmortalizadas en los medios tradicionales, las nuevas redes sociales y más de 200 dibujos recopilados esta semana en la exposición "Apuntes de acampada".

"La idea surgió estando en las propias acampadas y observando cómo la gente se ponía a dibujar lo que allí pasaba, así como viendo en Facebook dibujos de Enrique Flores en Madrid y blogs varios que iban surgiendo en la Red", explica el curador de la exposición en el Cercle Artístic San Lluc, Óscar Guayabero, quien se autodefine profesionalmente como para-diseñador.

"Nos pusimos en contacto con la gente y, en apenas siete días, montamos la exposición, que narra lo sucedido a través del dibujo. Es una forma diferente de contar las cosas, ya que la persona lo vive de manera distinta a una fotografía, se implica más. Cada imagen es un pedazo de vida, un pedazo de plaza. La intención nunca fue la de tomar partido, pero tampoco queríamos permanecer ajenos a lo que estaba pasando estos días: la exposición no deja de ser un megáfono más entre los indignados. La voluntad es que algo quede después de que todo esto termine".

Un dibujo que no está en la exposición es el que colgará en breve de la fachada del céntrico edificio de Begoña Oltra, 40 años, socióloga especializada en dinamización de grupos, y que se ha reunido con sus vecinos para elaborar una gigante ilustración denunciando la codicia del sistema político-financiero.

"La gente está descontenta por la situación económica que le toca de cerca, por la malversación y poca honestidad de la clase política", opina Begoña. "En el sistema democrático falta algo, porque la gente no siente que sus propuestas son analizadas y tomadas en consideración. Las prioridades de los políticos son las de favorecerse a sí mismos y al sector financiero, no de ocuparse de los intereses de la población".

Pese a todo, y siguiendo con la tónica de los demás indignados, mantiene la ilusión. "Creo que el 15-M puede notarse a mediano o largo plazo.

Tengo la esperanza de que la gente lo tome como una oportunidad para la reflexión sobre el modelo de sociedad que prefiere y se conciencie que la toma de decisiones individual afecta la toma de decisiones colectiva", manifestó.

"Ahora", acotó, "toca trabajar en los barrios, formar una red en que las diferentes comunidades interactúen, se conozcan mejor, tengan espacios comunes y creen una energía comunitaria. Eso es calidad de vida".