Los equipos de emergencia retomaron -entre fuertes lluvias- la búsqueda y recuperación de cadáveres tras la tragedia ocurrida el jueves en una mina de jade en el norte de Birmania (Myanmar), donde han muerto al menos 162 personas por un poderoso deslizamiento de tierra que causó un tsunami en un lago.
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Las tareas, en las que participan decenas de efectivos, están siendo complicadas por las duras condiciones meteorológicas y el riesgo de nuevos corrimientos de tierra.

Uno de los oficiales de policía encargados de las tareas de seguridad en el operativo indicó hoy a la agencia EFE que los trabajos pararán si comienza a llover fuerte ante el riesgo de nuevos corrimientos.


Una de las paredes de la mina es el principal punto de preocupación para los rescatistas ya que existe riesgo de que colapse y provoque una tragedia mayor.

El Departamento de Bomberos birmano informó de 162 muertos y más de medio centenar de heridos por la avalancha y posterior tsunami del jueves en una mina de Hpakant, una remota localidad situada en el estado de Kachin, que sorprendió a un grupo de mineros informales que se encontraba rebuscando entre los derrubios.

El suceso ocurrió a primera hora del jueves cuando los mineros extraían jade de las laderas excavadas en cinco parcelas abandonadas y donde los buscadores informales trabajan generalmente de manera precaria y bajo nulas condiciones de seguridad.

Los accidentes en este tipo de yacimientos son habituales en el país. En abril del año pasado, al menos 54 personas murieron a causa de un corrimiento de tierras en otra mina de Hpakant, localizada a unos 800 kilómetros al norte de la capital, Naipyidó.

La ONG Global Witness denunció en 2015 la precaria situación en la que trabajan los buscadores de jade en unos yacimientos que, entre otros grupos, explotan organizaciones guerrilleras, señores de la guerra, narcotraficantes y militares.