Traducido por el equipo de SOTT.net en español

En términos sencillos, la obesidad es producto de una salida de energía del cuerpo que es menor que su entrada de energía. Pero, en realidad, esta compleja y misteriosa enfermedad no tiene nada de simple.
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© MirageC/Getty Images
La obesidad, que se ha disparado en las últimas décadas (ahora define la masa corporal de más del 40% de los estadounidenses adultos) no sólo es difícil de soportar para las personas y de entender para los científicos. También es increíblemente difícil de tratar.


Comentario: La obesidad para algunas personas seguramente es compleja, sin embargo también está claro que para la gran mayoría de las personas que luchan contra su peso, una dieta poco saludable es un factor importante. Y esto se debe a que la ciencia de lo que constituye una dieta saludable ha sido tan corrompida por la política y las grandes empresas que los profesionales de la salud están promoviendo lo contrario de lo que los seres humanos de todo el planeta han estado comiendo durante miles de años: La dieta mediterránea no es mediterránea (y tampoco es particularmente buena)


Más allá de comprometerse a cambios sostenidos en el estilo de vida (alimentación sana y ejercicio, efectivamente), en realidad sólo hay dos opciones potenciales que pueden ayudar: la cirugía bariátrica y los medicamentos para perder peso.

La primera es invasiva y conlleva diversos riesgos y complicaciones. En cuanto a los fármacos, no siempre funcionan, y además pueden tener sus propios efectos adversos.

Sin embargo, un tratamiento experimental probado recientemente por los científicos y detallado en un estudio publicado esta semana podría abrir nuevas puertas para tratar a los pacientes con obesidad con un medicamento para perder peso.

En el estudio, que contó con casi 2.000 adultos obesos de 16 países diferentes, los participantes tomaron una dosis semanal de un fármaco llamado semaglutida, un medicamento ya utilizado en el tratamiento de la diabetes de tipo 2.

Un grupo de control tomó sólo un placebo, en lugar del medicamento. Ambos grupos recibieron un curso de intervención sobre el estilo de vida diseñado para promover la pérdida de peso.

Al final del ensayo, los participantes que tomaron el placebo perdieron una cantidad de peso pequeña pero clínicamente insignificante. Pero para aquellos que tomaron semaglutida, los efectos fueron notables.

Tras 68 semanas de tratamiento con el fármaco (que suprime el apetito gracias a una serie de efectos en el cerebro), los participantes que tomaron semaglutida perdieron una media del 14,9% de su peso corporal. Y más del 30% del grupo perdió más del 20% de su peso corporal.

En términos generales, esto hace que el fármaco sea hasta dos veces más eficaz que los medicamentos existentes para la pérdida de peso, dicen los investigadores, acercándose al tipo de eficacia de las intervenciones quirúrgicas.

"Ningún otro fármaco se ha acercado a este nivel de pérdida de peso, esto cambia en realidad las reglas del juego", afirma la investigadora sobre obesidad Rachel Batterham, del University College de Londres.

"Por primera vez, la gente puede conseguir mediante fármacos lo que sólo era posible mediante la cirugía de pérdida de peso".


Comentario: Este tipo de pérdida de peso también es posible cuando se sigue una dieta que promueve la saciedad mediante el consumo de grasas y proteínas animales: Enterrando la Hipótesis Vegetariana


Además de perder peso, los participantes registraron mejoras en otras áreas, mostrando reducciones en varios factores de riesgo cardiometabólicos, y reportando mejoras en la calidad de vida.

Aunque los resultados son convincentes, la dosis de semaglutida para combatir la obesidad presenta algunos inconvenientes.

Muchos participantes (tanto en el grupo de semaglutida como en el del placebo) declararon efectos leves o moderados, incluidas náuseas y diarrea. Aunque temporales, los efectos fueron suficientes para que casi 60 de los participantes interrumpieran el tratamiento, frente a sólo cinco en el grupo del placebo.

En la actualidad, el fármaco requiere una inyección semanal para funcionar, aunque los pacientes preferirían una fórmula oral del mismo probablemente.

Lo que es más importante, aún no disponemos de datos sobre lo que les ocurrió a los participantes tras el cese del régimen farmacológico al final del ensayo.

Sin embargo, al menos para una persona que habló con The New York Times, su peso empezó a aumentar una vez finalizado el ensayo.

"Aunque este tipo de fármacos puede resultar útil a corto plazo para conseguir una pérdida de peso rápida en casos de obesidad grave, no es una solución mágica para prevenir o tratar grados de obesidad menos graves", afirma el nutricionista Tom Sanders, profesor emérito del King's College de Londres, que no participó en el estudio.

"Siguen siendo necesarias medidas de salud pública que fomenten cambios de comportamiento tales como la actividad física regular y la moderación en la ingesta de energía de la dieta".

Nadie negaría lo sensato de esto, pero si los nuevos análisis de la semaglutida resultan ser positivos, podríamos estar también ante una nueva e importante opción farmacéutica para ayudar a combatir la obesidad.

Y esa opción podría llegar antes de lo que pensamos.

El estudio, financiado por la empresa farmacéutica Novo Nordisk (que comercializa la semaglutida como medicamento antidiabético) se presenta ahora como prueba ante las autoridades de regulación de la salud internacionales, en apoyo de una solicitud de comercialización del fármaco como tratamiento de la obesidad.

La FDA de EE.UU., junto con sus homólogos del Reino Unido y Europa, está actualmente evaluando los datos.