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"Los Chacales de Sinaloa", "El cartel de Zacatecas", "El Bazukazo"... Los directores de cine mexicanos han encontrado una inagotable fuente de inspiración: el mundo del narcotráfico. Su reto es llevar a la gran pantalla la vida y las 'aventuras' de los integrantes de las bandas criminales en un nuevo género denominado 'cine narco'.

Los cineastas coinciden en que estas películas se están volviendo cada vez más populares, y no sólo en México, sino también entre la comunidad mexicana en EE. UU. Pero no se trata sólo de películas que gozan de gran demanda. El 'narcocine' esconde entre sus miles de cintas un pingüe negocio, ya que en su búsqueda de la inmortalidad los capos se encargan de financiar historias autobiográficas.

Tras su captura, Édgar Valdes Villarreal, alias 'La Barbie', reconoció que había invertido 200.000 dólares para que se filmara un filme sobre su vida. Y él no ha sido el único. Los delincuentes que desean convertirse en estrellas cuentan con una buena oferta: en México hay al menos siete productoras que se encargan de hacer este tipo de cintas. Mientras algunos productores rechazan inversiones ilícitas para sus filmes, otros viven de ellas.

La tortura, la decapitación y los secuestros son prácticas habituales de las bandas rivales enzarzadas en guerras territoriales. Ahora han pasado a formar parte no sólo de la vida cotidiana, sino también del séptimo arte. Envueltos por la polémica (muchos acusan a este cine de hacer apología de la violencia), los cineastas esgrimen que ni siquiera están cerca de reflejar la realidad. "En realidad, se puede decir que nuestras películas son 'blandas', ya que no muestran tanta sangre y asesinatos. Sólo tratamos de dar a la gente lo que quiere", dice Juan Manuel Romero, director del cine narco.

Según los directores, sus historias palidecen en comparación con la realidad del conflicto armado entre traficantes y el gobierno que ha dejado unos 36.000 muertos en los últimos cuatro años.