Conocido por proferir críticas contra otras naciones del mundo, Estados Unidos es una vitrina conmovedora donde la mujer, ya sea estadounidense, latina o de cualquier otra región del mundo, puede ser abusada, prostituida y también discriminada.

Medios de prensa californianos sostienen que una sola prostituta puede generar entre 72 mil y 96 mil dólares al año para una
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, grupos que en esa región destacan por su participación en este negocio, el cual marcha de la mano con las drogas.

Recientemente autoridades judiciales de la ciudad de Nueva York encausaron a la empresa High Class NY, la cual ofrecía servicios de "señoritas de compañía" por operar una red de prostitución que generó más de siete millones de dólares entre 2007 y 2010.

Ambos ejemplos no son ni la punta del iceberg de un problema que a diario lacera a miles de mujeres y niñas, quienes inician a los 12 años esta práctica degradante.

Melissa Farley, directora ejecutiva del Centro de Investigación y Educación en Prostitución en la ciudad de Los Ángeles, estima que la violencia puede estar en un salón de masajes, en las salas VIP de un club de "striptease", en un burdel legal o en la calle.

La brutalidad de la prostitución está en la naturaleza de la explotación, no en dónde ocurre, asegura.

En el sur de Los Ángeles, los vecinos denuncian la proliferación de prostitutas "propiedad" de las pandillas, grupos que, según autoridades locales, han formado un lucrativo negocio en torno a la explotación sexual.

Estos grupos, que son un componente de la vitrina de exhibición estadounidense para el mundo, ahora trabajan con niñas de hasta 12 años y utilizan departamentos transformados en prostíbulos, donde operan varias mujeres.

La prostitución está fuera de control. Cada mes, un promedio de 23 prostitutas son arrestadas, entre ellas niñas de 13 a 15 años de edad; la cuenta supera las 140 mujeres detenidas por supuestamente ofrecer sexo en la vía pública, indican cifras del Departamento de Policía de Los Ángeles.

"Desde que los niños van a la escuela ya hay mujeres, muy, muy jóvenes prostituyéndose en la calle, incluso frente a la iglesia", narra Gwynn Browne, del ministerio Fe en Cristo, ubicado justo sobre la avenida Western, en el sur de la ciudad.

Algunas servidoras del sexo o mujeres de la noche, como también se les conoce, quieren dejar de prostituirse, pero no hay programas de ayuda efectivos para detener el problema.

Expresan su molestia porque culpen a los pandilleros de todo lo negativo. La gente no sabe que los verdaderos animales, los criminales que nos golpean, que nos violan, están entre los clientes que nos contratan, denuncian activistas.

En Estados Unidos, solicitar sexo en la vía pública es un delito menor y los "clientes" salen bajo fianza, además, los jueces suelen archivar los casos contra los "padrotes" si las mujeres declaran que no han sido forzadas o no hubo violencia, un hecho aprovechado por las redes para mantener el control.

En varias zonas de Los Ángeles, las autoridades señalan que es difícil contar el número de féminas víctimas de estas prácticas y nadie sabe con precisión, ni la policía, cuántas prostitutas operan en el área.

Sin embargo, todos tienen claro que los rostros de niñas ofreciendo sus cuerpos son cada vez más frecuentes.

En otras zonas de Estados Unidos, este negocio florece y se enmascara, como es el caso de la empresa High Class NY, que ofrecía servicios de "señoritas de compañía".

Avispados empresarios, además de promover la industria del sexo, ocultan detrás el lavado de dinero, la corrupción empresarial y la venta de sustancias controladas, delitos que pueden llevarlos a la cárcel hasta por 25 años.

Fiscales neoyorquinos aseguran que los precios de High Class NY comenzaban en los 400 dólares por hora por los servicios de las "modelos", como eufemísticamente nombran a las prostitutas, y sobrepasaban los tres mil 600 dólares por hora.

Para que se tenga una idea de la magnitud del negocio, algunos clientes gastaban más de 10 mil dólares en una noche.

En estas noches de placer, las empleadas proveían cocaína y otras drogas a los clientes que lo solicitaran, de lo cual también se beneficiaba la empresa.

La proliferación del problema abarca toda la geografía del país. En Florida, según un informe del Centro para el Adelanto de los Derechos Humanos, de la Universidad Estatal de la Florida, miles de personas son obligadas a trabajar como prostitutas, trabajadores agrícolas y sirvientas.

El Centro calcula que cada año miles de personas son llevadas a Estados Unidos por traficantes de seres humanos.

Cálculos conservadores de las propias autoridades estadounidenses indican que entre 18 mil y 20 mil personas son llevadas por la fuerza cada año a ese país para una esclavitud moderna. Florida, Texas y Nueva York lideran ese renglón.

En el país, empresas como la Miami Companions, una de las más grandes en el servicio de prostitución propiedad de Greg Carr, pueden recibir por una hora de placeres 500 dólares.

En Estados Unidos, Carr es conocido como el "rey del ring sexual". Durante décadas construyó uno de los mayores servicios de prostitutas del país, antes de ser detenido en Detroit.

Sobre este giro, medios de prensa como The New York Times denunciaron que decenas de miles de niños desamparados se ven arrastrados a la prostitución para sobrevivir y son procesados como delincuentes por las autoridades.

"Estos niños maltratados tendrían mucha mejor oportunidad de desarrollar sus vidas de manera normal si el país dejara de tratarlos como delincuentes y comenzara a verlos como las víctimas que realmente son", afirmó el rotativo en un editorial.

Según el Times, un millón 500 mil niños deambulan por las calles y, de ellos, decenas de miles caerán en las redes del negocio del sexo y venderán sus cuerpos.

Estimados del gobierno federal calculan el promedio de edad de las pequeñas que ejercen la prostitución en suelo norteamericano entre 11 y 14 años, e incluso no son pocas las de nueve que incursionan en el negocio carnal.

Un informe reciente de la Secretaría de Trabajo indicó que las mujeres estadounidenses que sirvieron en el Ejército alcanzan metas económicas y educativas más bajas, y tienen dificultades para mantener relaciones, viviendas y empleos, algo frecuente en este país.

Aunque son apenas el ocho por ciento del total de ex combatientes, las féminas que vistieron el uniforme tienen un riesgo cuatro veces mayor de quedar sin vivienda que sus contrapartes civiles que no fueron a la guerra, lo cual parece discriminación, sostiene el mismo texto.

La secretaria de Trabajo, Hilda Solís, plantea en el documento que una de cada tres mujeres ex uniformadas fue víctima de agresiones sexuales.

Datos de oficiales indican que el número de veteranas de guerra pasará de un millón 800 mil en 2010 a dos millones 100 mil en 2036.

En resumen, las mujeres en Estados Unidos, sin importar procedencia, enfrentan un cuadro donde destacan la prostitución, la drogadicción, la discriminación y otros flagelos, representados en la vitrina de un país que se precia de ser ejemplo del respeto de los derechos humanos.