Traducido por el equipo de Sott.net

Durante muchos años hemos estado anticipando la aplicación de restricciones de gran alcance y transformación en la industria y la agricultura en nombre de las iniciativas del "cambio climático", y ahora parece que ha llegado el momento de que la lucha comience.
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El primer gran campo de batalla es claramente Europa, ya que las naciones individuales siguen los dictados de emisiones del gobierno centralizado de la UE, aplastando sus propias economías mientras se encuentran en medio de una crisis energética autoinducida. Parece una locura, pero hay una agenda mayor en juego.

Hoy en día, una rebelión de los agricultores se está levantando en toda Europa, mientras los verdaderos productores de los alimentos que mantienen al público vivo están siendo demonizados por negarse a trabajar en condiciones que esencialmente los llevarían a la quiebra. Las normas europeas sobre emisiones no se refieren únicamente al carbono, aunque este sea un aspecto importante. Más bien, incluyen otros gases naturales como el metano y el nitrógeno, que son un subproducto de las grandes explotaciones agrícolas. Las restricciones sobre el nitrógeno, por sí solas, van a destruir la mayoría de las explotaciones agrícolas de Países Bajos, uno de los mayores países agrícolas de la UE. Alemania se dispone a seguir a Países Bajos con sus propias normas sobre emisiones a corto plazo.

En primer lugar, es importante preguntarse "¿por qué ahora?". Hay una serie de razones. La primera y más importante es que la agenda climática de la UE se alinea estrechamente con los protocolos climáticos de la ONU para el año 2030 y exige una reducción del 55% de las emisiones en menos de una década (y un cero neto en 2050). Si crees que estas decisiones las toman los gobiernos individuales, te equivocas; el plan 2030 fue formulado por instituciones globalistas como la ONU y el Club de Roma; los Estados miembros simplemente siguen órdenes. El calendario de normas medioambientales drásticas se fijó probablemente en 1992 durante la "Cumbre de la Tierra" de Río de Janeiro (también conocida como Agenda 21).

¿Por qué el año 2030? Es difícil de decir. No hay ninguna base científica para el calendario. No hay pruebas que apoyen la idea de que el cambio climático tendrá un impacto medioambiental notable en 2030. Simplemente quieren que se apliquen controles de carbono y otras medidas para 2030, y no dan una razón concreta para ello.

Científicos pagados por el establecimiento y activistas histéricos llevan décadas presentando predicciones sobre un cataclismo climático, y ni una sola de ellas se ha hecho realidad. Por ejemplo, en la década de 1970 los científicos del clima predijeron una "nueva edad de hielo" para el año 2000 y este escenario sin sentido fue difundido ampliamente por los medios de comunicación. Luego afirmaron que la "lluvia ácida" acabaría con la vida en los lagos de agua dulce en la década de 1980; pero eso nunca ocurrió. Después, el culto al clima cambió al relato del calentamiento global, prediciendo que las capas de hielo se derretirían y la subida de los mares "destruiría naciones" para el año 2000. Obviamente, esto nunca ocurrió.

En el 2000, científicos de la Unidad de Investigación Climática de Gran Bretaña afirmaron que las nevadas eran "cosa del pasado" y que la siguiente generación no sabría lo que es la nieve. En 2008, científicos de la NASA afirmaron que el Ártico estaría "libre de hielo" para el año 2018. La lista sigue, y sería divertidísimo si los que hicieron todas estas predicciones erróneas no siguieran influyendo en políticas de gobierno, pero lo hacen.

La siguiente cita del Club de Roma, un grupo directamente relacionado con la ONU, debería ilustrar por qué el público ha sido constantemente bombardeado con predicciones climáticas durante las últimas décadas. La cita procede de un libro titulado "La primera revolución global", publicado en 1992. En ese documento se recomienda específicamente utilizar el calentamiento global como vehículo:
En la búsqueda de un enemigo común contra el que podamos unirnos se nos ocurrió que la contaminación, la amenaza del calentamiento global, la escasez de agua, la hambruna y otros aspectos similares encajarían en el proyecto. En su conjunto y en sus interacciones, estos fenómenos constituyen una amenaza común a la que debemos enfrentarnos todos juntos. Pero al designar estos peligros como el enemigo, caemos en la trampa, de la que ya hemos advertido a los lectores, de confundir los síntomas con las causas. Todos estos peligros son causados por la intervención humana en los procesos naturales, y sólo mediante un cambio de actitudes y comportamientos se pueden superar. Por tanto, el verdadero enemigo es la propia humanidad".
La afirmación procede del Capítulo 5: El vacío, que recoge su posición sobre la necesidad de un gobierno global. La cita es clara: hay que conjurar un enemigo común para engañar a la humanidad y que se una bajo una sola bandera, y las élites ven la catástrofe medioambiental, causada por la propia humanidad, como el mejor motivador posible.

Excepto que no hay ninguna catástrofe medioambiental, al menos no dentro del relato que presenta el establecimiento. Simplemente no existe. No hay pruebas que apoyen la teoría del cambio climático provocado por el hombre. Ninguna. Las temperaturas globales han aumentado sólo 1 grado centígrado en el último siglo, y no hay ninguna prueba concreta de que este único grado de temperatura haya sido causado por la actividad humana.

El principal argumento de los climatólogos es la exclusión: Dicen que se ha demostrado que todas las demás causas potenciales (incluido el sol) no son la causa, por tanto, la causa "debe" ser la industria y las emisiones humanas. Pero esto es mentira.

Curiosamente, el aumento de las temperaturas citado por NOAA y NASA coincide directamente con un aumento de la actividad solar en el transcurso de los últimos 100 años, según un estudio publicado en 2006. Además, científicos han descubierto que la actividad solar en 2022 está SUPERANDO las predicciones anteriores. La actividad solar global ha aumentado al mismo tiempo que la Tierra se ha estado calentando. Imagínate.

Científicos del clima siguen descartando al sol como causa porque dicen que no hay suficientes datos para apoyar la idea. Por supuesto, no hay suficientes datos porque todo el dinero va a los científicos que apoyan la teoría del hombre; no hay fondos para los científicos que presentan teorías alternativas.


Dado que el registro oficial de temperaturas utilizado por los científicos del clima sólo se remonta a la década de 1880, no hay forma de saber con certeza con qué frecuencia se producen realmente estos patrones de calentamiento y cuántas veces se ha calentado la Tierra en 1 grado centígrado a lo largo de los milenios. Pero no importa, porque la ciencia del clima no trata de salvar la Tierra, sino de crear una excusa para microgestionar todos los aspectos de la producción humana y, por ende, de la sociedad humana.

Para que los objetivos de emisiones se cumplan en 2030, tendrán que producirse drásticos cambios en la sociedad en los próximos ocho años. El tejido mismo de nuestro actual sistema de comercio y la cadena de suministro mundial tendrá que hacerse añicos y ser sustituidos por un modelo de producción extremadamente limitado. No sólo eso, sino que la población humana tendrá que reducirse en miles de millones. Este modelo será contenido artificialmente dentro de las directrices climáticas arbitrarias establecidas por órganos de gobierno no elegidos en nombre de detener los cambios ambientales que no se ha demostrado que sean causados en absoluto por los seres humanos. Lo que se consigue es la formación de un marco autoritario, uno que los globalistas dirán que está "ambientalmente justificado".