Se construyó en la Florida (EE.UU.) y tiene una atracción magnética más fuerte que la de la Tierra.

iman
© Archivo "El Tiempo"La puesta en marcha del 'superimán' ya es considerada en algunos círculos de científicos y físicos internacionales como el mayor avance en su campo.
Así como se construyen telescopios gigantes para observar con detalle el universo, el hombre recurre al poder magnético para entrar en las entrañas de la materia y poder comprender hasta el último componente de un invisible átomo.

De ahí la importancia que se le concede a la construcción del más poderoso imán hasta ahora creado en la Tierra y que se acaba de poner al servicio por parte del Laboratorio Nacional de Altos Campos Magnéticos, MAGLAB, incrustado en el seno de la Universidad Estatal de la Florida, que funciona en la capital del estado, Tallahassee, en EE. UU.

El imán, bautizado Split (División), opera con un poder de fuerza de 25 tesla, que en lenguaje común equivale a 500 mil veces más poder que el magnetismo de la Tierra.

Según la medida establecida por los científicos, un tesla es igual 10.000 Gaus, siendo el poder magnético de la Tierra de aproximadamente 0,05 gaus.

Con esa potencia el nuevo imán de la Florida desplaza a otro desarrollado en Francia en 1991 y que ostentaba el primer lugar con un poder de 17,5 telsa y que viene funcionando desde hace dos décadas.

Emoción magnética

El complejo abre nuevas opciones a las investigaciones científicas que han sido calificadas de 'verdaderamente emocionantes', dadas las amplias posibilidades que brinda para avanzar en múltiples disciplinas como la óptica, la química y la física, al igual que en el nuevo campo de la nanotecnología y los semiconductores.

Gracias a los experimentos que se puedan llevar a cabo allí, se podrá empezar a resolver preguntas hasta ahora solo formuladas de manera teórica, como cuáles serán los materiales más adecuados para construir los futuros computadores donde se investigue la física cuántica cómo se podrán transportar y enviar millones de datos por vía inalámbrica o a través de la óptica.

En otros campos, se podría revelar qué cambios y estímulos se podrán dar sobre las células del cerebro con los nuevos medicamentos contra el alzheimer, o cómo se comportan las moléculas de un determinado hidrocarburo al mezclarlas o combinarlas con partículas de aserrín de pino o cascaras de maní, para lograr un biocombustible para el futuro.

Lo que se busca a través del enorme imán es ampliar el ámbito de las investigaciones, partiendo de la base de que cuando se trata de la materia los opuestos se atraen y los iguales se repelen, y poder probar cómo interactúa la física con la química, lo sólido con lo líquido, entre otros experimentos.

Así mismo, llegar hasta lo intimo de moléculas, átomos, protones y electrones y de observar cómo se comporta la materia en los ambientes extremos, de frio o de calor, aspectos que precisamente son los que se permite indagar en un campo magnético tan amplio, como el creado por ingenieros y científicos, al mando del profesor Jack Toth, quien comandó la puesta en marcha de este poderoso imán durante varios años, logrando comprometer a constructores y productos patentados de diversa índole.

Otras aplicaciones

Dado que vivimos en un campo electromagnético, siempre estamos envueltos entre energía e imanes.

Los trenes de alta velocidad se mueven en campos magnéticos y muchas de las investigaciones que se requieren para los modelos del futuro, seguramente deberán pasar por el MAGLAB.

También las futuras máquinas de resonancia magnética necesitarán perfeccionarse de tal forma para resolver temas de gran complejidad como poder tomar fotos al cerebro de una persona pensando o meditando.

Además, cómo obtener y procesar esos datos, cómo hacer más eficiente la fibra óptica sin que los cables se recalienten y cómo facilitar que muevan datos e imágenes que aun no pueden llevar, a las velocidades que se requieren, evitando verdaderos 'trancones' en las autopistas de la información.

Muchas de esas repuestas no alcanzan a obtenerse en los laboratorios más modernos de electrónica o biotecnología, por lo cual los hombres de ciencia deben recurrir a experimentos complementarios en medio de imanes de gran poder, con los cuales en escasos segundos, pueden aislar la materia y observar sus reacciones.

Romería de expertos

Se calcula que alrededor de mil científicos pasarán por allí, anualmente, intentando resolver millones de preguntas que la naturaleza no revela a simple vista.

Para poder operar a plenitud, el imán Slip requiere una presión equivalente a 500 toneladas, de manera que una corriente de eléctricidad de 160 mil amperios y 3.500 litros de agua por minuto funcionen a la vez, en un mismo plano.

Está apoyado en un sistema de enfriamiento que tiene la capacidad de más de 4 millones de galones de agua, y una generación de energía eléctrica del orden de los 56 megavatios, hasta el punto de que el MAGLAB llega a representar el 7 por ciento del consumo total de energía de la Florida.

Más se demoró en entrar en funcionamiento, que en empezar a llegar científicos de muchas partes del mundo para profundizar investigaciones pendientes.

Los primeros procedían de Inglaterra y Australia. Se estima que el costo operativo del complejo por un solo día es de 27 mil dólares.

La inversión del nuevo complejo ascendió a dos millones y medio de dólares, que aportados por la Fundación Nacional de la Ciencia de EE. UU.

El otro megaproyecto científico: El gran colisionador de hadrones europeo

Este logro, alcanzado en la Universidad Estatal de la Florida, recuerda al proyecto del superconductor más grande del mundo, que se presentó en Ginebra y fue desarrollado por el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) e hizo parte del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) considerado el mayor acelerador de partículas del mundo y que está siendo usado por 2.000 físicos de 37 países y 170 universidades en investigaciones acerca del origen del universo y en otros experimentos dentro de la física.

El Gran Colisionador de Hadrones (LCH) fue construido en un túnel de 27 kilómetros de circunferencia en la frontera suizo francesa. El proyecto tuvo un costo cercano a los 3.000 millones de euros.