
En virtud del artículo 12 de la Constitución francesa, el presidente puede disolver la Asamblea Nacional después de consultarlo con el primer ministro y los presidentes de las dos cámaras del Parlamento: el Senado y la Asamblea Nacional. Tras el anuncio de la disolución, deben celebrarse nuevas elecciones en un plazo de 20 a 40 días.
Sin embargo, para poder volver a recurrir a esta 'arma constitucional', el mandatario debe esperar al menos un año después de las elecciones legislativas que siguieron a la última disolución.
La disolución de la Asamblea Nacional permite al Gobierno superar situaciones de crisis o bloqueo institucional, como ocurrió en 1962, 1968, 1981 y 1988, cuando hubo desacuerdos entre la mayoría parlamentaria y el Ejecutivo. La disolución de 1981, por ejemplo, fue crucial para François Mitterrand para asegurarse la mayoría tras su victoria en las presidenciales.
No obstante, ese paso también puede tener un efecto contrario al deseado. Así, cuando Jacques Chirac quería consolidar su mayoría en la Asamblea Nacional en 1997, las nuevas elecciones que siguieron a la disolución lo dejaron con una mayoría de izquierdas y la necesidad de trabajar junto con el gobierno del socialista Lionel Jospin.
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