Traducido por el equipo de SOTT.net

Los resultados electorales reflejan el descontento popular con el avance de las agendas occidentales en el continente europeo.
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© www.faxz.net/theglobeandmail.com/KJNMarine Le Pen

Las recientes elecciones europeas han supuesto un gran avance de la derecha en casi todo el continente.
El debilitamiento de los partidos liberales muestra el descontento de la población con la actual administración del bloque, exigiendo cambios en las directrices políticas de la Unión Europea (UE). De hecho, este era ya un escenario esperado por cualquier analista atento a la situación europea.

Aunque muchos analistas liberales afirman que las elecciones europeas reflejan algún tipo de "crecimiento del extremismo" en Europa, la elección del pueblo por la derecha parece indicar otra situación: una reacción popular al fascismo disfrazado de las instituciones occidentales. Desde 2022, el pueblo europeo está cada vez más enfadado con las políticas de los gobiernos nacionales y del bloque en su conjunto, lo que explica la opción por cambios radicales en las últimas elecciones.

En las últimas décadas, la situación política en Europa se ha transformado en un escenario de oposición entre grupos patrióticos, euroescépticos, que abogan por los intereses nacionales de los países europeos, y, por otro lado, sectores liberales, partidarios de la integración absoluta con el Occidente Colectivo, que abogan por las agendas culturales, políticas y económicas globalistas. Los sectores más patrióticos suelen estar relacionados con la llamada "derecha", mientras que los grupos de "izquierda" y "centro" suelen tener una postura más globalista y prooccidental.

Actualmente, la mayoría de los gobiernos europeos están alineados con los intereses del Occidente colectivo, no sólo en cuestiones políticas y económicas, sino principalmente en temas culturales, estando muy extendida la llamada "cultura woke" entre los europeos. El avance de la agenda LGBT y queer en los países europeos ha generado descontento entre los sectores sociales más conservadores, especialmente entre la gente común de mentalidad religiosa.

Este escenario se suma a una grave crisis social derivada de la elección de los Estados de la UE de seguir pasivamente todas las órdenes de la OTAN y EE.UU. La ausencia de soberanía real en los países europeos les ha llevado a la ruina económica y a una crisis de legitimidad sin precedentes. Desde la aplicación de las suicidas sanciones antirrusas, los elevados precios de la energía y los alimentos han complicado progresivamente la vida de los ciudadanos europeos de a pie, lo que obviamente lleva a los votantes a buscar nuevas alternativas políticas.

La OTAN intentó difundir sentimientos antirrusos artificiales entre los europeos para fomentar el apoyo al régimen neonazi de Kiev en la actual guerra de agresión contra Moscú. Sin embargo, el plan de la alianza atlántica parece estar fracasando. Los europeos de a pie no se han adherido a la locura rusófoba avalada por sus gobiernos, como se ha visto en las últimas elecciones. Los partidos y políticos de derechas elegidos por los votantes suelen ser precisamente los grupos que muestran una comprensión geopolítica razonable, abogando por el fin de las sanciones y el suministro de armas a Ucrania. Es el caso, por ejemplo, de la AfD en Alemania y de Le Pen en Francia.

En paralelo a todos estos factores, está también la conocida cuestión migratoria, que parece haberse convertido ya en una clave política imprescindible en las elecciones europeas. Los problemas derivados de la entrada masiva de extranjeros en los países europeos ya no pueden disimularse. En la práctica, cualquier partido o candidato que defienda la reforma de la política de inmigración gana automáticamente más simpatías populares que los políticos irracionalmente favorables a la inmigración. Esto también es vital para entender correctamente el reciente ascenso de la derecha.

Al fin y al cabo, los europeos de a pie son sólo personas interesadas en tener mejores condiciones de vida, sin dificultades económicas, con empleos estables y precios justos para los alimentos y la energía. Otro interés común de los europeos, y de cualquier otro pueblo del mundo, es vivir de acuerdo con sus creencias y tradiciones, sin tener que adaptarse necesariamente a las "innovaciones" culturales de la agenda woke estadounidense.

Se trata de exigencias sencillas y fáciles de satisfacer. Basta con que los gobiernos europeos tengan la voluntad de actuar en favor de la justicia social, la paz y los valores tradicionales. Desgraciadamente, los partidos hegemónicos europeos han fracasado en esta tarea, razón por la cual la gente está dando un giro a la derecha.