Aproximadamente mil millones de personas en el mundo viven sin ninguna clase de papeles. No tienen ningún documentos que los identifiquen. Pero dentro de poco todos seremos sin papeles. Tendremos que comprar un móvil y contratar una conexión a internet para poder movernos. El pasaporte digital se acerca poco a poco. La Comisión Europea ha propuesto desmaterializar los documentos de identidad, con el pretexto de ahorrar tiempo en las fronteras y las aduanas.
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Hay un paso intermedio antes de llegar a la identificación virtual: el sello digital. Los documentos incorporaránn un microchip electrónico para identificar a sus titulares mediante lectores autorizados, gracias a los datos que almacenan.

La iniciativa de la Unión Europea, presentada el 8 de octubre, tiene como objetivo establecer un marco común para el uso de verificadores de viajes digitales. El pasaporte será el móvil. Los viajeros del espacio Schengen y, en general, aquellos con pasaporte biométrico, podrán utilizar una aplicación para cruzar las fronteras más rápidamente... si todo va bien, si aún le queda batería o si no le han robado el dispositivo, o si no se lo han pirateado...

La pandemia aceleró el proceso de digitalización de los documentos personales y profesionales. Ahora la Comisión Europea ha invertido 46 millones de euros del Programa Europa Digital en cuatro proyectos piloto a gran escala para probar la identidad digital en una serie de usos cotidianos, como el permiso de conducción móvil, la sanidad, los pagos y la educación y las certificados profesionales.

El objetivo es reforzar el control policial sobre la población europea y sus desplazamientos. Cada movimiento quedará registrado, lo que vuelve sobre la desaparición del derecho a la intimidad y la protección de los datos porque todo lo que está grabado en algún soporte informático se puede piratear, suplantar y difundir a los cuatro vientos.

La Comisión Europea promete -como corresponde- que eso no va ocurrir, pero es falso: cualquier digitalización conlleva un riesgo de fuga y apropiación indebida de datos.

La digitalización levanta algunas barreras y cierra otras pero, sobre todo, discrimina entre los viajeros digitales, los que sólo tienen papeles y los que no tienen nada de eso.

El último paso es insertar microchips bajo la piel de las personas. Con el ganado ya se hace.