Cada vez que caminas por una calle de la ciudad, unos ojos electrónicos te observan. Desde los sistemas de seguridad hasta las cámaras de tráfico, la vigilancia es omnipresente en la sociedad moderna. Sin embargo, estas cámaras podrían estar haciendo algo más que registrar nuestros movimientos: según un nuevo estudio que se adentra en la psicología de la vigilancia, podrían estar alterando fundamentalmente la forma en que nuestro cerebro procesa la información visual.
Aunque investigaciones anteriores han demostrado que las cámaras de vigilancia pueden modificar nuestro comportamiento consciente (haciéndonos menos propensos a robar o más inclinados a seguir las normas), un nuevo estudio publicado en Neuroscience of Consciousness sugiere que ser observado afecta a algo mucho más fundamental: la forma inconsciente en que nuestro cerebro percibe el mundo que nos rodea.
"Hemos hallado pruebas directas de que ser visiblemente vigilado a través de un circuito cerrado de televisión (CCTV) afecta notablemente a una función involuntaria de la percepción sensorial humana: la capacidad de detectar conscientemente un rostro", explica en un comunicado la profesora asociada Kiley Seymour, autora principal del estudio.
Poner a prueba la vigilancia
El equipo de investigación de la Universidad Tecnológica de Sídney, dirigido por Seymour, diseñó un ingenioso experimento para comprobar cómo afecta la vigilancia a nuestro procesamiento visual inconsciente. Reclutaron a 54 estudiantes universitarios y los dividieron en dos grupos: un grupo completó una tarea visual mientras era visiblemente vigilado por múltiples cámaras de vigilancia, mientras que el grupo de control realizó la misma tarea sin la presencia de cámaras.
Al grupo vigilado se le mostró de antemano la instalación de vigilancia, incluida una imagen en directo de ellos mismos desde la habitación contigua, y tuvo que firmar formularios de consentimiento adicionales en los que reconocían que iban a ser vigilados. Para que los participantes sintieran todo el peso de la vigilancia, las cámaras se colocaron de forma que captaran todo su cuerpo, su cara e incluso sus manos mientras realizaban la tarea.
La tarea visual en sí empleaba una técnica inteligente llamada supresión de destello continuo (CFS, por sus siglas en inglés), que impide temporalmente que las imágenes mostradas a un ojo lleguen a la conciencia mientras el cerebro las sigue procesando inconscientemente. Los participantes veían imágenes diferentes a través de cada ojo: uno veía patrones de colores que cambiaban rápidamente, mientras que el otro veía caras que les miraban directamente o que se alejaban de ellos.
Los "antiguos mecanismos de supervivencia" se activan cuando se es observado
Los resultados fueron notables: "Nuestros participantes vigilados se volvieron hiperconscientes de los estímulos faciales casi un segundo más rápido que el grupo de control. Además, esta mejora perceptiva se produjo sin que los participantes se dieran cuenta", afirma Seymour. Esto era cierto tanto si las caras les miraban directamente como si les miraban de lejos, aunque ambos grupos detectaron las caras que les miraban directamente con mayor rapidez en general.
Esta mayor conciencia parece aprovechar antiguos mecanismos de supervivencia. "Es un mecanismo que evolucionó para que detectáramos otros agentes y amenazas potenciales en nuestro entorno, como depredadores y otros humanos, y parece potenciarse cuando nos observan por CCTV", explica Seymour.
Y lo que es más importante, esto no se debió simplemente a que los participantes se esforzaran más o estuvieran más alerta bajo vigilancia. Cuando los investigadores realizaron el mismo experimento utilizando patrones geométricos sencillos en lugar de caras, no hubo diferencias entre los grupos vigilados y no vigilados. La mejora fue específica de los estímulos sociales (las caras), lo que sugiere que la vigilancia afecta a circuitos neuronales fundamentales desarrollados para procesar la información social.
Efectos sobre la salud mental y la consciencia
Los resultados tienen especial relevancia para la salud mental. "Observamos hipersensibilidad a la mirada en enfermedades mentales como la psicosis y el trastorno de ansiedad social, en las que las personas tienen creencias irracionales o preocupaciones por la idea de ser observadas", señala Seymour. Esto sugiere que la vigilancia podría interactuar con estos trastornos de formas que aún no comprendemos del todo.
Quizá lo más inquietante fue la desconexión entre la experiencia consciente de los participantes y la respuesta de su cerebro. "Obtuvimos un hallazgo sorprendente e inquietante: a pesar de que los participantes manifestaron poca preocupación o inquietud por ser vigilados, sus efectos sobre el procesamiento social básico fueron marcados, altamente significativos e imperceptibles para los participantes", revela Seymour.
Estos resultados llegan en un momento crucial de la historia de la humanidad, en el que nos enfrentamos a niveles de vigilancia tecnológica sin precedentes. Desde las cámaras de CCTV y los sistemas de reconocimiento facial hasta los dispositivos rastreables y la "Internet de las cosas", nuestras actividades están cada vez más vigiladas y grabadas. El estudio sugiere que esta observación constante puede estar afectándonos a un nivel más profundo de lo que se creía, modificando procesos perceptivos básicos que normalmente operan fuera de nuestra consciencia.
Las implicaciones van más allá de las preocupaciones por la privacidad individual y se extienden a cuestiones de salud mental pública y a las sutiles formas en que la vigilancia podría estar modificando la cognición humana y la interacción social. A medida que avanza la tecnología de vigilancia, incluida la neurotecnología emergente que podría controlar nuestra actividad mental, resulta cada vez más crucial comprender estos efectos inconscientes.
Al igual que los participantes en el estudio que detectaron rostros más rápidamente mientras eran vigilados, es posible que todos nos estemos adaptando inconscientemente a un mundo cada vez más vigilado de formas que aún no comprendemos del todo. Parece que el Gran Hermano no sólo nos vigila, sino que está cambiando nuestra forma de ver el mundo.
Resumen del artículoInvestigación dirigida por Kiley Seymour, Universidad Tecnológica de Sídney.
Metodología
Los investigadores utilizaron una técnica visual especializada llamada supresión de destello continuo (CFS, por sus siglas en inglés), en la que los participantes ven imágenes diferentes a través de cada ojo utilizando un estereoscopio de espejo. Un ojo ve un patrón de colores que cambia rápidamente, mientras que el otro ve una cara que mira directamente hacia delante o hacia otro lado. El patrón cambiante impide temporalmente la percepción consciente del rostro, pero el cerebro sigue procesándolo inconscientemente. Al medir la rapidez con la que los participantes son conscientes de la ubicación de la cara (a la izquierda o a la derecha del centro), los investigadores pueden calibrar la eficacia con la que su sistema visual procesa esta información. El estudio comparó dos grupos: uno vigilado por varias cámaras (grupo experimental) y otro sin cámaras (grupo de control).
Resultados
El grupo observado detectó las caras mucho más rápido que el grupo de control, con casi un segundo de diferencia en la velocidad de detección. Esto es válido tanto para los rostros de mirada directa como para los de mirada indirecta, aunque los rostros de mirada directa fueron detectados más rápidamente por ambos grupos. Cabe destacar que cuando se repitió el experimento utilizando patrones geométricos simples en lugar de caras, no se observaron diferencias entre los grupos, lo que demuestra que el efecto es específico de los estímulos sociales. El grupo observado también mostró una mayor precisión en la detección de la ubicación de las caras.
Limitaciones
El estudio utilizó una muestra relativamente pequeña de estudiantes universitarios, lo que puede limitar la generalización. En la condición de vigilancia se utilizaron varias cámaras de forma obvia, lo que podría no reflejar perfectamente las situaciones de vigilancia del mundo real, en las que el seguimiento suele ser más sutil. Además, el estudio sólo examinó los efectos a corto plazo de la vigilancia, dejando sin respuesta preguntas sobre los impactos a largo plazo.
Debate y conclusiones
Esta investigación revela que la vigilancia afecta no sólo al comportamiento consciente, sino también a los procesos perceptivos inconscientes, concretamente al procesamiento de información social como los rostros. El efecto parece actuar al margen de la consciencia, ya que los participantes sólo manifestaron una leve sensación de ser observados a pesar de mostrar cambios significativos en el procesamiento visual. Esto sugiere que la vigilancia podría tener efectos psicológicos más profundos de lo que se había reconocido hasta ahora, con posibles implicaciones para la salud mental pública y la interacción social en sociedades cada vez más vigiladas.
Financiación y divulgación
El artículo afirma que no se declaró ninguna financiación específica para esta investigación y que los autores no declararon ningún conflicto de intereses. El estudio fue aprobado por el Comité de Ética Humana de la Universidad de Western Sydney.
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