Hombres iraquíes sostienen un poster del clérigo shiita Nimr al-Nimr en preparación para colocarlo en una calle de Basra, al sureste de Bagdad, el 3 de enero de 2016.
Desde luego, el mundo de los derechos humanos está escandalizado, y el chiíta Irán habla de un castigo divino que destruirá a la casa de Saud. Multitudes atacan la embajada saudita en Teherán. ¿Qué hay de nuevo?
Durante siglos se han buscado de distintas maneras castigos divinos y seculares contra gobernantes de Medio Oriente, el más reciente contra Bashar al Assad de Siria, quien según el ministro francés del Exterior no merece vivir en este planeta. Desde hace mucho tiempo los sauditas instan a los estadunidenses a cortar la cabeza a la serpiente iraní, pero obviamente se han conformado, al menos por ahora, con cortársela al jeque Nimr al Nimr. Pero ni todos los gritos y aullidos detendrán el flujo de petróleo de los pozos sauditas ni evitarán que los amigos del reino sigan usando evasivas para disculpar sus escándalos.
Las ejecuciones son asunto interno, tal vez un paso retrógrado, y sin duda sucesos que no contribuyen a la paz en Medio Oriente. Toda esta verborrea clásica, debo añadir, de Crispin Blunt, el presidente conservador del Comité Selecto de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes británica, se produjo horas después de la decapitación en masa. También declaró al Canal 4 británico que tenemos que juzgar cuándo es apropiado intervenir con los sauditas en tales cuestiones. Seguro que sí. Yo apostaría a que nunca. Después de todo, no es posible hacer ondear las banderas a media asta cuando el último rey de Arabia Saudita fallece de muerte natural, y después ponerse nervioso cuando los sauditas comienzan a rebanar el pescuezo a sus enemigos.
Comentario: Pues es una hipótesis nada descabellada la del señor Tajeldine. Aunque es posible que Arabia Saudita haya decidido en reacción directa a la severa crisis que experimentó el último año (y que se calcula que empeorará este año) por su cuenta (o quizá en consenso con Israel) provocar a Irán esperando una reacción que comprometa el acuerdo firmado a mediados del 2015, también es posible que estén actuando con la anuencia de EE.UU. y que desestabilizar a Irán sea parte del plan para evitar que el pacto sea efectivizado definitivamente.
El "juego" geopolítico y la trama que se desarrolla en esta región nunca parece terminar de develarse y se hace realmente difícil delinear con precisión quién está haciendo qué por orden de quién. Sugerimos a nuestros lectores mantenerse informado y con la mente abierta porque las "vueltas de tuerca" nunca parecen acabar.
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