Traducido por el equipo de SOTT.net en españolPocos temas en psicología son más controvertidos que las diferencias sexuales [1].
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Los debates pueden clasificarse en
dos tipos principales: (a) La
descripción de las diferencias sexuales, incluyendo tanto el grado como la variabilidad de las diferencias sexuales en una multitud de rasgos físicos y psicológicos, y (b) Los
orígenes y el desarrollo de las diferencias sexuales, incluido el interacción compleja entre factores sociales, culturales, genéticos y biológicos que influyen en las diferencias sexuales.
Estas líneas a menudo se vuelven borrosas. Los investigadores que enfatizan los factores socioculturales en su investigación tienden a conceptualizar las diferencias sexuales como pequeñas y se preocupan de que si exageramos las diferencias, entonces todo el infierno se desatará en la sociedad. Por otro lado, aquellos que enfatizan las influencias biológicas tienden a enfatizar cómo las diferencias en la personalidad y el comportamiento pueden ser bastante grandes.
Creo que este desenfoque entre los niveles de análisis
descriptivo y
explicativo ha atrofiado el campo y distorsionado los debates públicos sobre estos temas complejos y delicados. Para realizar cambios reales de larga duración que realmente tengan un efecto en los resultados deseados, nuestro conocimiento de la verdad debe ser lo más claro posible.
En este artículo me enfocaré en el dominio de la personalidad, que ha hecho algunos avances realmente fascinantes en los últimos años. Argumentaré que, aunque la ciencia todavía tiene un largo camino por recorrer para desarrollar plenamente la compleja interacción de la naturaleza y cultura en la creación de estas diferencias, es hora de tomar en serio las diferencias sexuales en la personalidad.
Comentario: Para comprender mejor el efecto Dunning-Kruger, vea el siguiente vídeo humorístico de Thoughty2: