Traducido por el equipo de Sott.net en español. Parte 1; Parte 2

Uno de los principales temas utilizados para demonizar a Putin en Occidente son las insinuaciones incesantes de que es corrupto y que su corrupción le permitió acumular una enorme riqueza personal. Pero mientras que estas acusaciones se presentan invariablemente sin ninguna evidencia, sí tenemos alguna evidencia de que Putin no es corrupto (al menos no en la forma en que implican los medios de comunicación occidentales -pero éste será un tema para otra discusión).
Putin walking alone st petersburg
El testimonio de Sharon Tennison también me pareció muy interesante en este sentido. Tennison es la fundadora y presidenta del Centro de Iniciativas Ciudadanas (CCI) y ha trabajado en Rusia (y en la URSS) durante 30 años. En el curso de sus actividades, ha tenido al menos un encuentro personal con Putin y a lo largo de los años ha llegado a conocer a muchos otros funcionarios y hombres de negocios estadounidenses que habían trabajado con él. Según Tennison, ninguno de esos funcionarios "describiría a [Putin] como 'brutal', 'matón' u otros adjetivos y sustantivos calumniosos que se usan repetidamente en los medios de comunicación occidentales".

Tennison conoció a Vladimir Putin en 1992 y describió la experiencia en uno de sus artículos de su blog:
"Conocí a Putin años antes de que soñara con ser presidente de Rusia, al igual que muchos de nosotros que trabajamos en San Petersburgo durante la década de 1990. [...] Durante años estuve creando programas para abrir las relaciones entre los dos países [...] Una nueva posibilidad para un programa surgió en mi mente. Como yo esperaba que requeriría una firma del Ayuntamiento de Marienskii, se concertó una cita. Mi amigo Volodya Shestakov y yo aparecimos en la puerta lateral del edificio Marienskii. Nos encontramos en una pequeña y aburrida oficina marrón, enfrentándonos a un hombre anodino con un traje marrón. Me preguntó la razón por la que había venido. Después de escanear la propuesta que le proporcioné, comenzó a hacer preguntas inteligentes. Después de cada una de mis respuestas, me hizo la siguiente pregunta relevante. Me di cuenta de que este entrevistador era diferente de otros burócratas soviéticos que siempre parecían caer en conversaciones amistosas con extranjeros con la esperanza de obtener sobornos a cambio de cumplir con las peticiones de los estadounidenses.... Este burócrata era abierto, inquisitivo e impersonal en su conducta.

Después de más de una hora de cuidadosas preguntas y respuestas, explicó en voz baja que se había esforzado por determinar si la propuesta era legal, y luego dijo que lamentablemente en ese momento no lo era. Se pronunciaron algunas buenas palabras sobre la propuesta. Eso fue todo. Simple y amablemente nos mostró la puerta. En la acera, le dije a mi colega: 'Volodya, esta es la primera vez que tratamos con un burócrata soviético que no nos pidió un viaje a los Estados Unidos o algo de valor'. Recuerdo que miré su tarjeta de visita a la luz del sol, que decía Vladimir Vladimirovich Putin".1
Al menos en este encuentro de 1992 con Tennison, Vladimir Putin parecía cumplir con sus deberes de una manera profesional sin buscar sobornos o favores de Tennison, quien obviamente estaba bien acostumbrada a ver ese comportamiento en otros burócratas del gobierno.

En el curso de su trabajo en Rusia hasta el año 2000, Tennison había entrevistado a muchos de los exalumnos de su organización sobre sus experiencias de trabajo. En esas entrevistas, su última pregunta era siempre sobre Vladimir Putin: "¿Qué piensas de tu nuevo presidente?" Ella reportó:
"Ninguno respondió negativamente, a pesar de que en ese momento los empresarios odiaban a los burócratas rusos. La mayoría respondió de manera similar: 'Putin registró mi negocio hace unos años'. A la siguiente pregunta, 'Entonces ¿cuánto te costó?' contestaron: 'Putin no cobró nada'. Uno dijo: 'Fuimos al escritorio de Putin porque los otros que se registraban en la Marienskii se estaban enriqueciendo en sus puestos'."
A continuación, Tennison cuenta la historia de Vladimir Putin y el ex cónsul general de Estados Unidos, Jack Gosnell. Gosnell había trabajado estrechamente con Putin en varios proyectos. En 2001, la esposa de Putin, Ludmila, sufrió un grave accidente automovilístico y Gosnell tomó la iniciativa, sin decírselo a Putin, de organizar un transporte aéreo y una hospitalización para ella en Finlandia, ya que la atención médica en Rusia en ese momento era bastante deprimente. Cuando le informó a Putin sobre estos arreglos, Putin se sintió abrumado por su amable oferta, pero insistió en que no podía aceptarla y que, al igual que otros rusos, su esposa tendría que ser tratada en un hospital ruso.

Tennison luego comparte otro puñado de testimonios de varios funcionarios estadounidenses que conocieron a Putin. Uno de ellos, un alto funcionario del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), había trabajado estrechamente con Putin y le dijo a Tennison que ninguna de sus relaciones con Putin era cuestionable y que la reputación que estaba obteniendo de los medios de comunicación de Estados Unidos era injusta e inmerecida. Otro funcionario que también trabajó de cerca con Putin igualmente informó que, "nunca hubo ningún indicio de soborno, presión, nada más que comportamiento respetable y ayuda". Luego hubo un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos a quien ella había conocido, ya que ambos fueron invitados a una entrevista de radio sobre Rusia. Mientras charlaban juntos después de la entrevista, Tennison comentó: "Puede que les interese saber que he recopilado experiencias con Putin de numerosas personas, algunas durante años, y todas dicen que no tuvieron experiencias negativas con Putin y que no había pruebas de que aceptara sobornos". El hombre del Departamento de Estado respondió sin dudarlo: "Nadie ha podido presentar cargos por soborno contra Putin". (Nadie, excepto el falso defensor de los derechos humanos, el falso luchador anticorrupción, Bill Browder: vea aquí.)

Tennison también comparte un detalle interesante sobre Putin del que se enteró de una de sus amigas rusas, cierta psicóloga llamada Lena, que fue a la escuela con él. Lena describió a Putin como un joven tranquilo que era, "pobre, aficionado a las artes marciales, que defendía a los niños que eran intimidados en los patios de recreo". Lena también explicó a Tennison por qué Putin fue a servir en la KGB:
"Ella lo recordaba como un joven patriótico que solicitó el ingreso a la KGB prematuramente después de graduarse de la escuela secundaria (lo enviaron lejos y le dijeron que recibiera una educación). Fue a la escuela de leyes, más tarde volvió a aplicar y fue aceptado. En ese momento, todos admirábamos a la KGB y creíamos que los que trabajaban allí eran patriotas y mantenían a salvo al país. Pensábamos que era natural elegir esta carrera".
Por lo tanto, Vladimir Putin podría haberse unido a la KGB con la misma motivación esencial que indujo a muchos jóvenes estadounidenses a unirse al ejército estadounidense después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001: un sentido de patriotismo y un deseo de servir a su país.

Cuando me encontré con el artículo de Tennison todavía me inclinaba a creer que Putin era corrupto, de alguna manera, así que su testimonio me sorprendió. El artículo de Tennison pintaba el retrato de un hombre que es todo lo contrario de un matón: Putin se enfrentó a los matones del patio de la escuela; Putin fue a la KGB por razones similares a las razones que llevaron a muchos jóvenes estadounidenses a unirse al ejército estadounidense tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001; Putin no aceptó sobornos; Putin fue cortés y servicial como funcionario público; Putin rechazó el trato privilegiado para su esposa después de su accidente automovilístico... La forma en que Tennison retrató a Vladimir Putin estaba en desacuerdo con mi estereotipo de un político típico. Aun así, su relato parecía creíble. Quizás Vladimir Putin es realmente un político muy inusual.

Alguien más que tuvo tratos con Putin, a finales de la década de 1990, fue Bill Clinton. A continuación lo vemos en la CNN en 2013, cuando le dice a Piers Morgan que Vladimir Putin "cumplió su palabra en todos los tratos que hicimos":


La autora Catherine Brown escribió sobre Putin de la siguiente manera:
"Nada de lo que se sabe sobre la historia de Putin y de su carácter orgulloso y adicto al trabajo sugiere que sea alguien que sienta una fuerte atracción por las cosas que el dinero puede comprar; no se trata de un Goering sibarita".2
El escepticismo que me quedaba se disipó en gran medida cuando me encontré con otro detalle casi olvidado del servicio público de Putin.

La tragedia del submarino Kursk

El 12 de agosto de 2000, en el curso del primer gran ejercicio de las fuerzas navales rusas en más de diez años, el submarino ruso Kursk se hundió, arrastrando a su tripulación de 118 marineros al fondo del Mar de Barents. Después de los confusos e ineficaces esfuerzos de rescate de la armada y de una serie de comunicaciones engañosas, el 22 de agosto Putin fue personalmente al pueblo de Vidayevo en la provincia de Murmansk para enfrentarse a las familias de los marineros del Kursk. La reunión se organizó en un gran auditorio donde, desde el podio, el Presidente se enfrentó a una multitud repleta de cientos de personas desesperadas y enojadas. Algunos de los periodistas allí se sorprendieron de que Putin se atreviera a encontrarse cara a cara con estas personas, la mayoría de las cuales aún esperaba contra toda esperanza escuchar buenas noticias de que los marineros pudierann ser rescatados. Sin embargo, Putin sabía lo contrario: los marineros estaban condenados y no había ninguna posibilidad teórica de que sus vidas fueran salvadas.

En lugar de engañar a la asamblea con falsas esperanzas, Vladimir Putin eligió decirles la verdad:
"Ninguno de nuestros especialistas o de otros países puede llegar al octavo compartimento para levantarlo. Me hago responsable de mis palabras, podría contarles muchas cosas y huir. Les estoy diciendo las cosas como son. Esta es la amarga verdad, pero es la verdad".
Este episodio reveló una medida importante de la integridad y el valor de este hombre. Como presidente de la Federación Rusa, podría haber hecho lo que haría un político típico: evitar la desagradable reunión con alguna excusa, enviar a un diputado junto con el mensaje del presidente de su profunda preocupación, ofrecer oraciones por los valientes héroes y demás, y luego esconderse hasta que la rabia se calmara. En vez de eso, Putin eligió encontrarse cara a cara con las familias de los marineros mientras sus emociones aún estaban al rojo vivo, para poder informarles personalmente de la triste verdad.

La imagen de Putin, el hombre que emerge de estos episodios, es la de un hombre decente y con principios. El carácter que transmite en público contrasta de manera muy significativa con la imagen de un político típico. De hecho, Putin parece tener cierto desprecio por la política y ha preferido describirse a sí mismo como un burócrata. En una entrevista, expresó su desagrado por las campañas políticas como una forma de alcanzar el poder:
"Uno tiene que ser insincero y prometer algo que no puede cumplir... Así que tienes que ser un tonto que no entiendes lo que estás prometiendo, o mentir deliberadamente".3
Esto me pareció una declaración seria que coincide con mi propia visión de la política y de la mayoría de los políticos. En un sentido más amplio, la filosofía política de Putin adopta una visión muy circunspecta del poder estatal. En un discurso ante la Asamblea Federal en 2005, Putin se basó en la filosofía de Ivan Ilyin para esbozar las limitaciones del poder estatal:
"El poder del Estado no puede supervisar y dictar los estados creativos del alma y la mente, los estados internos de amor, libertad y buena voluntad. El Estado no puede exigir a sus ciudadanos fe, oración, amor, bondad y convicción. No puede regular la creación científica, religiosa y artística.... No debe intervenir en la vida moral, familiar y privada cotidiana, y sólo cuando sea extremadamente necesario debe entrometerse en la iniciativa económica y en la creatividad de las personas".4
Es inusual que un político hable de cosas tales como los estados del alma y la mente o los "estados internos de amor" en una reunión con otros políticos, pero estas ideas parecen ser un tema en la concepción de Putin del liderazgo político. En el 15º Congreso de la Sociedad Geográfica Rusa, se aventuró a hacer la siguiente declaración:
"En general, el amor es todo el sentido de la vida, del ser. Amor a la familia, a los niños y a la patria. Es un fenómeno tan multifacético y es la base de todas nuestras acciones".5
Para un occidental, expuesto a una difamación implacable de Vladimir Putin, esto puede ser difícil de creer. Después de todo, sabemos que era un agente de la KGB, que ordenaba rutinariamente el asesinato de sus críticos y oponentes políticos, que se ha convertido en el hombre más rico del mundo, y muchos otros "hechos" negativos similares sobre él.

La mayoría de los occidentales, en particular los intelectuales, tienen problemas para concebir la posibilidad de que su cobertura mediática sobre Rusia esté distorsionada y que sus puntos de vista sean malos y erróneos. La idea de que la mayoría de los occidentales podrían tener una opinión errónea sobre un país y su presidente, que son objeto de cobertura informativa y comentarios diarios, indica que esta cobertura se presenta con un sesgo fuerte y persistente. Si esto es así, y en conjunto con las pruebas que lo demuestran, deberíamos examinar las fuentes y las causas de este sesgo. Pero antes de ahondar en este fascinante tema, deberíamos volver al Sr. Browder, quien ha hecho de la perpetuación e intensificación de este sesgo el trabajo de toda su vida.

Notas
  1. (Tennison, Putin, por Sharon Tennison 2014)
  2. (Brown, Deconstructing Russophobia [Deconstruyendo la rusofobia] 2016)
  3. (Atkisson 2016)
  4. (Grenier 2015)
  5. (Holodny 2014)
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