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La paranoia comenzó hace tres meses por culpa de Apple. Ahora, con el escándalo de News of the World , el pánico al chip espía ha llegado a su paroxismo entre políticos, periodistas y empresarios europeos.

El 21 de abril pasado, un equipo de investigadores estadounidenses denunció un sistema de geolocalización utilizado por la célebre firma de la manzana en sus iPhones e iPads. Sin que su utilizador lo sepa, el programa registra todos sus desplazamientos, los guarda en memoria y -lo que es peor-, ese escáner de idas y venidas puede ser consultado por cualquiera.

Teniendo en cuenta que mi vida es pasablemente ordenada, nunca fui demasiado sensible a la eventualidad de ser objeto de espionaje. Sin embargo, el día que pude consultar el mapa elaborado por mi banal iPhone durante un mes, se me heló la sangre. Desde entonces, estoy medio paranoica. Y el escándalo del acecho a miles de ciudadanos británicos por parte de algunos inescrupulosos del imperio Murdoch no arregló para nada las cosas.

Mi único consuelo es que no soy la única. Desde hace un tiempo, veo cantidad de gente que no trabaja en los servicios secretos ni pertenece a la mafia, que apaga ostensiblemente su teléfono celular cuando tiene una conversación "seria". Una colega saca la batería y el chip del aparato cada vez que tiene que hacer una entrevista delicada.

Hace 30 años, los amantes clandestinos y los políticos desconfiaban de los espejos sin estaño colgados en las paredes de las habitaciones de hotel. En Francia, muchos de esos alojamientos temporarios eran bien conocidos y utilizados por los servicios de inteligencia para filmarlos en la intimidad, según afirma uno de esos hombres que vivía en las sombras. Pero hoy, ¿cómo detectar la cámara miniatura que filma esos encuentros non sanctos ?

Tampoco basta con apagar la luz pues, aun en la oscuridad, el monstruo electrónico funciona. Sin contar la videoprotección, esas cámaras que nadie ve, instaladas en cada esquina, cuyos potentes zooms graban y controlan todo.

Una de las principales actividades de los servicio de seguridad es la "limpieza" de oficinas. Los técnicos intervienen sobre todo de noche, para no inquietar al personal. En la actualidad, ningún empresario serio imaginaría organizar un consejo de administración en una sala que no haya sido "blindada" previamente. Y se obliga a los asistentes a apagar sus celulares y dejarlos en el vestuario.

En poco tiempo, el chip se ha transformado en el mejor amigo del agente secreto y del policía. Y a veces del periodista, como lo acaba de demostrar News of the World . Nuestros celulares se han vuelto la radiografía de nuestra vidas, unos implacables "alcahuetes" de bolsillo.

¿Entonces? ¿Hay forma de resistir a ese insidioso proceso que terminará dejándonos indefensos y desnudos, a merced de corruptos, espías y expertos en marketing? ¿Es posible renunciar a las nuevas tecnologías? ¿Cambiar de profesión y dedicarse -por ejemplo- a la jardinería tradicional? Se puede. Pero no lo intente. Desde ya le advierto que es una batalla perdida.