En 2022 Alemania quiso imitar a Israel, proponiendo su propia "cúpula de hierro", un escudo antimisiles a escala continental. Nada parece más lógico que apuntarse a una iniciativa de esas características para contrarrestar amenazas aéreas como los nuevos drones y los misiles hiperveloces.
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Hasta Suiza, tradicionalmente neutral, aprobó su incorporación a un sistema de armas europeo. Sin embargo, países de la Unión Europea, como Francia, Italia y Polonia se oponen al proyecto alemán.

Alemania ha orquestado la compra conjunta de sofisticados sistemas de defensa aérea destinados a detectar e interceptar amenazas a diversas altitudes. Sin embargo, esta colaboración revela una división en la uniformidad de las políticas de defensa dentro de la Unión Europea, lo que plantea cuestiones estratégicas, financieras y políticas.

El ejército alemán ha reforzado su arsenal con sistemas como los misiles estadounidenses Patriot Pac-3 para la capa media y el sistema antimisiles israelí Arrow 3 para la gran altitud. Este último, en particular, demostró su capacidad para interceptar misiles balísticos, consolidando así el mayor contrato militar israelí hasta la fecha.

Sin embargo, esta elección de armamento suscita críticas, especialmente en Francia. El gobierno galo considera el escudo como un posible catalizador de una carrera armamentista más que como una verdadera medida de defensa, y critican la adopción de tecnologías no europeas en detrimento de los sistemas existentes en la Unión Europea, como el sistema antimisiles franco-italiano SAMP/T.

En resumen, el asunto es económico: Alemania quiere comprar armas a Israel, mientras que Francia quiere vender las suyas propias, aunque luego esas divergencias las plantean de cara a los medios de comunicación con un aspecto técnico militar.

Los militares europeos dudan de la eficacia y la velocidad de despliegue de los complejos sistemas frente a amenazas cambiantes como los drones y los misiles hipersónicos. La implementación efectiva de estas defensas podría tardar hasta una década, cuestionando su relevancia inmediata.

La diversidad de reacciones y estrategias adoptadas por los diferentes países europeos ilustra una profunda división en materia de defensa continental. Mientras algunos países buscan fortalecer su autonomía de defensa a través de adquisiciones externas, otros piden un enfoque más unificado e integrado dentro de Europa, destacando los desafíos de la coordinación y la cooperación en el área de la seguridad.