El aumento acelerado de la deuda nacional de Estados Unidos afecta particularmente a los países en desarrollo, por lo que es crucial elaborar planes estratégicos a largo plazo para mitigar los potenciales riesgos financieros, con ello, una alternativa es reducir la dependencia del dólar estadounidense, detalla una editorial del 'Global Times'.
US Dollar
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De acuerdo con la publicación, citando datos del Departamento del Tesoro, la deuda nacional de EEUU superó por primera vez en la historia los 36 billones de dólares.

Al respecto, el medio ahonda que el monto total de la deuda nacional estadounidense alcanzó la marca de los 34 billones a principios de enero de 2024, posteriormente, la de los 35 a finales de julio.
"El aumento de 35 billones de dólares a 36 tomó sólo tres meses, lo que indica que el crecimiento de la deuda del Gobierno federal de Estados Unidos se está acelerando", añade.
E indica que el aumento acelerado requiere más que una mayor asignación de recursos para el pago de intereses, ya que se espera una creciente carga fiscal en el futuro, "con implicaciones potencialmente profundas para la economía y el desarrollo social" del país norteamericano.

Uno de los riesgos de la creciente carga fiscal, de acuerdo con el medio asiático, es que socava la confianza en los bonos del Tesoro de Estados Unidos, lo que, a su vez, podría provocar mayor volatilidad en los mercados financieros globales.
"Para los países en desarrollo, esta dinámica a menudo se traduce en salidas de capital, depreciación de la moneda y aumento de los costos de endeudamiento, lo que complica aún más su desarrollo económico", ahonda el artículo.
Adicionalmente, señala que el continuo aumento de la deuda estadounidense ya no es una tendencia a corto plazo, sino un desafío de largo aliento ocasionado por los efectos acumulativos de asuntos económicos, políticos y sociales complejos y duraderos.

En ese sentido, indica la nota, el desequilibrio que existe entre los gastos fiscales del Gobierno -que incluyen bienestar social, defensa y desarrollo de infraestructura- y los ingresos tributarios es cada día más evidente. En consecuencia, el Gobierno se ve obligado a emitir nueva deuda continuamente para cerrar la brecha de financiamiento, alimentando un círculo vicioso de acumulación.

Impacto en la economía global

De acuerdo con el medio asiático, las implicaciones de la creciente deuda estadounidense tienen efectos indirectos de largo alcance en la economía global.

Debido a que el país norteamericano es el emisor de la principal moneda de reserva, o sea, el dólar, ante el aumento de la deuda nacional estadounidense, existe el temor de que la confianza en la tenencia de bonos del Tesoro de EEUU pueda debilitarse.

Lo anterior, precisa la nota, podría afectar de manera directa en los mercados financieros mundiales, traduciéndose en mayores costos de endeudamiento y mayor volatilidad en todo el mundo, complicando aún más el ya mermado panorama de las finanzas y el comercio internacional.

En ese contexto, se ahonda en la editorial, China -la segunda economía mundial- ha puesto el acento en la necesidad de reducir la excesiva dependencia del dólar estadounidense en el comercio internacional, los sistemas de pago globales y las reservas de divisas.

Así, destaca, el proceso de desdolarización se ha convertido en un asunto cardinal para el país asiático y muchas otras naciones.
"Al promover el uso del yuan en el comercio y la inversión transfronterizos, China busca no sólo mejorar su resiliencia financiera sino también reducir la exposición a los efectos indirectos de las políticas fiscales y monetarias estadounidenses, ofreciendo un camino prometedor hacia un sistema financiero global más estable", señala el artículo.
Asimismo, reconoce que, pese a que la internacionalización del yuan es un proceso complejo y de largo plazo, esta vía permitirá a Pekín reducir efectivamente su dependencia del dólar estadounidense. A su vez, esta medida ayudará a mitigar los posibles impactos negativos de la emisión de deuda estadounidense en la economía china.

Paralelamente, los países en desarrollo necesitan fortalecer la cooperación multilateral entre sí, además de abogar por un orden económico global más equitativo y justo, en el que las economías emergentes puedan desempeñar un papel esencial en la remodelación del mecanismo financiero global, finaliza el texto.