Traducido por el equipo de SOTT.net

En los últimos meses, una inquietante revelación ha surgido del corazón del sistema de inmigración de nuestra nación: Más de 300.000 niños migrantes no acompañados que cruzaron la frontera estadounidense durante la administración Biden-Harris están en paradero desconocido.
Biden
Un informe interno del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) fechado el 19 de agosto de 2024 confirma esta alarmante estadística, poniendo de relieve un profundo fracaso en nuestro deber de proteger a los más vulnerables.

El informe del DHS revela que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha perdido la pista de al menos 32.000 niños migrantes no acompañados, y que se desconoce el paradero de hasta 323.000. Sin duda, no podemos negar el hecho de que muchos de estos niños son ahora herramientas y víctimas de la industria del tráfico sexual de seres humanos, un comercio atroz que representa lo peor de lo peor. Esta asombrosa cifra plantea cuestiones urgentes sobre la seguridad y el bienestar de estos niños. Se les abandona a su suerte en un mundo peligroso y sin la debida supervisión.

La Cámara de Representantes ha tomado nota, celebrando una audiencia el 19 de noviembre de 2024, titulada "Traficados, explotados y desaparecidos: Niños migrantes víctimas de la Administración Biden-Harris". Esta audiencia pretende abordar los fallos sistémicos que han conducido a esta crisis y hacer que los responsables del bienestar de estos niños rindan cuentas.

El New York Times ya ha informado anteriormente sobre los retos a los que se enfrentan los niños migrantes no acompañados. El 15 de febrero de 2023, un artículo destacaba el aumento del trabajo infantil entre los niños migrantes, señalando que muchos se ven obligados a realizar trabajos peligrosos para sobrevivir. Otro informe del 17 de abril de 2023 detallaba la falta de investigación adecuada de los patrocinadores, lo que lleva a situaciones en las que los niños son colocados en entornos inseguros. Estos informes ponen de relieve un patrón de negligencia y fallo sistémico que exige una actuación inmediata.

Merece la pena recordar las protestas que se produjeron durante la administración Trump por la supuesta narrativa de "niños en jaulas", una afirmación que posteriormente fue desmentida. Los medios de comunicación y el público se apresuraron a condenar lo que se percibía como un trato inhumano de los niños migrantes. Sin embargo, ahora, ante la realidad de cientos de miles de niños desaparecidos, hay un silencio ensordecedor. ¿Dónde está la indignación moral colectiva? ¿Cómo es que una falsa alarma sobre los centros de detención provocó protestas nacionales, pero la desaparición de más de 300.000 niños no nos ha movido al mismo nivel de indignación?

La administración actual debe rendir cuentas por esta crisis humanitaria. El presidente Biden y la vicepresidente Harris deben tomar medidas inmediatas y decisivas para localizar a estos niños desaparecidos y garantizar su seguridad. Además, quienes ocupan puestos de supervisión y no han cumplido con su deber deben dimitir. El pueblo estadounidense merece transparencia y responsabilidad por parte de sus dirigentes, especialmente cuando están en juego las vidas de niños inocentes.

No se trata de una cuestión partidista, sino de un imperativo moral. Los niños desaparecidos no son meras estadísticas; son seres humanos, muchos de los cuales están ahora atrapados en un ciclo de abusos y explotación. La industria del tráfico sexual de seres humanos se nutre de los más vulnerables, y estos niños, abandonados por los mismos sistemas destinados a protegerlos, son sus últimas víctimas.

Debemos exigir respuestas y acción. Ya no hay tiempo para la autocomplacencia. Debemos encontrar a los niños. Que este sea el grito de guerra de una nación que pretende defender la causa de la justicia y la libertad.

Que despierte la conciencia moral de Estados Unidos. Que las vidas de estos niños nos recuerden nuestra responsabilidad. No descansemos hasta encontrarlos.
El reverendo Samuel Rodríguez es el pastor principal de la Iglesia New Season en Sacramento, California, y presidente de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano. Ha asesorado a tres presidentes de EE.UU. y es el primer hispano que ha participado en varias ceremonias de investidura presidencial.