Advierto al lector que con éste artículo hago un intrusismo intencionado, escribo sobre teología sin ser teólogo y manifiesto mi opinión sobre un tema que no es de mi incumbencia tal cual hace el clero al inmiscuirse en temas sociopolíticos ajenos a la religión en su obsesiva ansia de ser custodios de la moral ciudadana e imponer unos retrógrados modelos de familia, educación, sexualidad, y convivencia en general. Deliberadamente he elegido la llamada
Semana Santa para publicar este escrito por haberse convertido en una de las principales festividades del cristianismo cuando no es más que una usurpación de los festejos paganos del equinoccio de primavera que ancestralmente celebraban la entrada de la estación de la siembra en las sociedades agrícolas.
El cristianismo es una franquiciaSiempre he considerado el cristianismo - y en especial el catolicismo - como una especie de franquicia; una multinacional de implantación progresiva que nuca fundó Jesucristo, sino un tal Saulo de Tarso (hijo de padres judíos que cambió su nombre por el romano de Pablo) cuando, después de perseguir encarnizadamente a los seguidores de Jesús de Nazaret por herejes,
inventó una nueva religión que divinizaba al mismo hombre que antes persiguió.
Analizado en frío, es fácil descubrir en Pablo a un hábil estratega y un genio de la logística que pasó a convertirse de perseguidor en
converso tras asimilar algunas ideas de Jesús de Nazaret (personaje a quien nunca conoció), adaptarlas a su conveniencia y propagarlas por demarcaciones geográficas cada vez más lejanas, creando una red de
franquicias en la cuenca mediterránea (Filipo, Tesalónica, Corinto...), que Pablo controlaba a través de cartas (o
epístolas) que aun hoy son leídas en las iglesias cristianas por formar parte del Nuevo Testamento y ser herramientas doctrinales.
Comentario: Sin duda, el origen del cristianismo es un asunto lleno de sombras y penumbras. Aunque es muy posible que ahora estemos mucho más cerca de la verdad, siga esta serie de publicaciones que nos revelan claves inéditas de la Historia:
Si bien Pablo parece haber sido el fundador del cristianismo, quizás, la manipulación que hizo fue con fines de transmitir enseñanzas genuínas a diferentes pueblos usando la estrategia de adaptarse a los mismos para lograr su comprensión y difusión. Podríamos afirmar también que, tal vez, fue la manipulación posterior la que tergiversó las verdaderas enseñanzas de Pablo.
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