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Quejarse es fácil. Es tan natural como respirar. Quejarnos requiere poco pensamiento y cero acción. Por eso no paramos de quejarnos del gobierno, las autoridades, esa
persona tóxica que nos hace la vida imposible, el tráfico infernal, la conexión lenta, el trabajo agotador, el destino, la humanidad entera...
No cabe duda de que las quejas nos permiten desahogarnos, sacudirnos las frustraciones y desahogar la ira, lo cual es liberador, al menos momentáneamente. Sin embargo,
¿de qué sirve quejarse a largo plazo? ¿Esas quejas han mejorado tu vida, han resuelto tus problemas o te han hecho más feliz? Es probable que no.
Quejarse es tan reconfortante precisamente porque nos excusa de asumir la responsabilidad por nuestros pensamientos y acciones. Quejarse nos mantiene entretenidos, pero no nos conduce a ninguna parte. Por eso los estoicos proponen abolir las quejas de nuestra vida. Así de tajante. Así de difícil. Así de liberador.
Comentario: Le recomendamos conocer también la técnica de respiración y meditación Éiriú Eolas: Expansión del conocimiento. Este método brinda numerosos beneficios a nivel psicológico, físico y espiritual, entre ellos, una mejor habilidad para mantener la atención y la concentración.