El escándalo de la carne de caballo que se extiende por Europa se ha cobrado tres detenidos ya. Según la policía británica, se trata de personas que estaban vinculadas con una procesadora inglesa y un matadero francés.
© I. N. (EFE)Un carnicero manipula una pieza de carne de caballo en Holanda
Pero el caso puede dejar de ser un simple fraude de etiquetado para convertirse en un problema de seguridad alimentaria. El ministro de Agricultura británico, David Heath, ha informado hoy de que su departamento ha detectado rastros de fenilbutazona, un potente analgésico
que puede resultar perjudicial para la salud de las personas, en restos de caballos sacrificados en mataderos británicos y ha advertido de que parte de esta carne puede haber entrado en la cadena alimentaria humana.
En concreto, según Heath, los análisis han confirmado la presencia de esta sustancia, que se utiliza para calmar el dolor en las articulaciones de los animales, en
ocho de las 206 muestras de equinos analizadas en los últimos días, dentro de la investigación que el Gobierno británico está realizando para averiguar de dónde procede el caballo que se está vendiendo como si fuera ternera en varios países europeos, entre ellos Reino Unido. El ministro ha alertado de que una parte de la carne que ha dado positivo fue exportada a Francia y ha podido ser comercializada para consumo humano. La Agencia de Seguridad Alimentaria (FSA) "está trabajando ya con las autoridades francesas para tratar de eliminarla de la cadena alimentaria", ha asegurado.
La Comisión Europea
pidió ayer a los países miembros que realizaran análisis masivos para averiguar el alcance del escándalo de la carne de caballo que ha entrado en la cadena alimentaria europea escondida en hamburguesas y platos preparados. Aunque hasta ahora el Ejecutivo comunitario ha considerado este asunto como un mero asunto de fraude de consumo, ayer pidió a todos los países miembros que realicen pruebas a los productos de vacuno y que además analicen la carne de caballo fraudulenta para ver si contiene restos de fenilbutazona, lo que podría constituir un problema de seguridad alimentaria.