Investigadores de Princeton simulan el efecto del impacto de un gran asteroide contra la Tierra para comprender hasta qué punto llegarían sus efectos destructivos. ¿Puede una roca caída en México causar una erupción volcánica gigante al otro lado del planeta?© Archivo ABCUn enorme meteoro provocó el cráter de Chicxulub, en México
Para comprender el nivel de muerte y destrucción que provocaría el impacto de un gran asteroide contra la Tierra, investigadores de la Universidad de Princeton han desarrollado un nuevo modelo que simula con precisión las consecuencias de estos violentos encontronazos cósmicos. Por primera vez, los científicos han tenido en cuenta la forma elíptica de nuestro planeta, las características de su superficie y las profundidades de los océanos para averiguar cómo las ondas sísmicas generadas por la colisión se extenderían a través y dentro del mundo.
Y no ocurre como se creía. La representación, que simula el impacto del famoso meteorito que provocó el cráter de Chicxulub en México, un impacto dos millones de veces más potente que una bomba de hidrógeno que muchos científicos creen que provocó la extinción masiva de los dinosaurios hace 65 millones de años, sugiere que las ondas sísmicas del golpetazo fueron más dispersas de lo que se pensaba, lo que resultaría en un desplazamiento del suelo, tsunamis, terremotos y actividad volcánica menos severos que lo que anteriormente se había teorizado. La simulación pone en cuestión que, por efecto dominó, la roca de Chicxulub fuera capaz de activar las enormes erupciones volcánicas en las Trampas de Deccan, en India, aproximadamente en lado opuesto del planeta, que cubrieron el cielo de gases y pudieron cambiar el clima.
«Hemos creado el primer modelo para explicar cómo las características y la forma de la superficie terrestre pueden influir en la difusión de la actividad sísmica después del impacto de un meteoro», explica Matthias Meschede, autor principal de la investigación. Hasta ahora, estos cálculos se habían realizado mediante un modelo liso, una esfera perfecta, «pero
nos dimos cuenta de que las características de las superficie de un planta o una luna tienen un efecto enorme en la réplica de un gran meteorito», apunta el científico.