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A medida que los riesgos de una recaída disminuyen en gran parte del mundo, otra amenaza económica está emergiendo: la inflación.
El alza de los precios de los alimentos, la energía y otras materias primas está reduciendo los ingresos disponibles de las personas de bajos recursos alrededor del planeta, lo que podría ser un detonante para protestas callejeras en África del Norte y plantea un gran enigma para las autoridades de todo el mundo.
Este es uno de los temas en la agenda del Foro Económico Mundial en Davos que no se tocaron en la cumbre del año pasado. Pese a que el fenómeno afectó más a los países en desarrollo, donde la gente gasta la mayor parte de sus ingresos en alimentos y, en menor medida, en la energía, también es una preocupación en países como el Reino Unido.
Nuevos datos del gobierno británico esta semana mostraron que la economía no creció en el cuarto trimestre pese a que la inflación se aceleró. Eso genera la posibilidad de que haya una estanflación - alta inflación y bajo crecimiento - como la que golpeó a Gran Bretaña en los años 70, advierten los economistas y los banqueros.
En Túnez, Argelia y Egipto, incrementos en los costos de los alimentos han provocado manifestaciones callejeras. En India, los presidentes ejecutivos de algunas de las mayores empresas del país indicaron que el rápido aumento de los precios de los alimentos era un problema porque perjudicaba a los sectores más pobres de la población y podría traducirse en incertidumbre política.