La catástrofe previsible desde hace 30 años hoy se perfila en el horizonte. Estados Unidos se dirige inexorablemente hacia la secesión y la guerra civil.

Al llegar a la Casa Blanca, el presidente Donald Trump colgó un retrato del presidente Andrew Jackson (al fondo) en la Oficina Oval.
Al desaparecer la URSS, el «
Imperio estadounidense» perdió su enemigo existencial, y también su razón de existir. El intento de los presidentes George Bush padre y Bill Clinton de procurar a su país un nuevo camino con la globalización ha destruido las clases medias en Estados Unidos y en casi todos los países occidentales. El intento de los presidentes George Bush hijo y Barack Obama de organizar el mundo en torno a nueva forma de capitalismo -ahora financiero- se estancó en las arenas de Siria.
Y ya es demasiado tarde para corregir el rumbo. El intento de Donald Trump de renunciar al Imperio estadounidense y redirigir los esfuerzos del país hacia la obtención de la prosperidad interna se ha visto saboteado por las élites partidarias de la ideología puritana de los llamados «Padres Peregrinos» (Pilgrims Fathers) [
1]. Llega así el momento que tanto temían el presidente Richard Nixon y su consejero electoral Kevin Philipps. Estados Unidos está al borde de la secesión y de la guerra civil.
Lo que aquí escribo no es fruto de ningún delirio. Es resultado de los análisis de numerosos observadores, en Estados Unidos y a través del mundo. Lo mismo piensan muchos en suelo estadounidense, donde la Corte Suprema del Estado de Wisconsin acaba de rechazar el recurso presentado por el presidente Trump contra el fraude electoral, rechazo que no está motivado por alguna razón vinculada al derecho sino porque aceptarlo sería «abrir la caja de Pandora».
Comentario: Los que cada vez se ven más marginados por las leyes de la antidemocrática Unión Europea son las familias tradicionales heterosexuales; excepto en Hungría y Polonia, que aún se resisten a acatar completamente los mandatos de la UE. Como un legislador demente, destructor y arbitrario, las leyes que la oligarquía de la UE impone a los pueblos que domina, están atacando el núcleo mismo de la moral tradicional:
La UE quiere colonizar nuestras mentes