Una investigación del Astrofísico de Canarias estudia la estrella para predecir su comportamiento. Servirá para anticiparse a las tormentas solares.
© El PaísDetalle de una tormenta solar
El tiempo en el Sol está revuelto. Una serie de tormentas solares a principios de marzo enviaron a la Tierra en apenas tres días energía suficiente como para alimentar Nueva York durante dos años. Ahora, tras dos semanas rotando por la cara oculta del sol, la región de la superficie solar de donde procedían las tormentas, llamada AR1429, vuelve a emerger, pero ya está calmada: "La mancha AR1429 es apenas una sombra de lo que era", informa la web de clima espacial. Buenas noticias para los operadores de satélite, que toman medidas para proteger los equipos cuando hay mal tiempo solar. Pero no pueden bajar la guardia, porque se sabe aún demasiado poco del Sol como para predecir su comportamiento con antelación. Elena Khomenko, investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), se propone cambiar eso con una simulación de la estrella que ocupará varios millones de horas de cálculo por procesador en potentes superordenadores.
No es solo que los expertos sean incapaces de predecir si habrá tormentas solares, un fenómeno que puede provocar daños en los satélites en órbita y cortes del suministro eléctrico. Los modelos ni siquiera pueden explicar aún por qué la actividad solar sigue un ciclo de unos 11 años, aunque hace siglo y medio que se sabe que en ese período la cantidad de energía que emite el Sol disminuye hasta un mínimo y luego vuelve a aumentar. El Sol está ahora en el ciclo 24 (hay datos desde 1755), que empezó en mayo de 2008
tras un mínimo inesperadamente largo. "El ciclo actual debía haber empezado mucho antes, ha habido que volver a ajustar los modelos. Ahora
se prevé que se alcance el máximo a principios de 2013 y sea el menos activo del último siglo", dice Manuel Collados, del grupo de solar del IAC.
Quién sabe si no habrá que ajustar las predicciones de nuevo. Por ahora los modelos predictivos que funcionan mejor se basan en ciclos anteriores; pero no en un conocimiento profundo sobre el funcionamiento del Sol. Como dice Khomenko, "no se sabe aún por qué la actividad del Sol sigue un ciclo de 11 años, y no de cinco o de 20". Ella no aspira a dar una respuesta. Pero su trabajo servirá para modelizar mejor, y por tanto predecir, las manifestaciones externas de ese ciclo de actividad, como las tormentas solares.